Los temas fundamentales a tratar en el análisis de la evolución de la economía y la sociedad en Colombia son variados, y la búsqueda de sus soluciones no da espera, si lo que se pretende realmente es la generación de un círculo virtuoso de desarrollo y sostenibilidad. Decir que lo necesario es lograr estabilidad macroeconómica, seguridad jurídica para los inversionistas, nuevas reformas tributarias y disminución de los impuestos para los más ricos, como fórmula mágica para generar tasas de crecimiento superiores al 5 por ciento, no solo es insuficiente, sino engañoso para la ciudadanía.
Por ejemplo, refirámonos a las dificultades fiscales que pueden acrecentarse en los próximos años. Habrá tema para varias columnas, pero hoy, limitémonos a las reformas de salud y pensiones. Si se presentan fórmulas viables para recuperar el déficit existente en manos de quienes desangraron sus recursos, si la administración de los ingresos de la salud se hace directamente con las IPS, si se eliminan los innecesarios intermediarios financieros y se minimizan los trámites y los formularios para no morirse, aumentando los recursos para los médicos y no los administradores y auditores, si se permite el libre acceso de los profesionales a las especializaciones médicas y a los pacientes a los medicamentos y procedimientos de alto costo, haciendo transparente el gasto y la inversión; estaríamos en el camino correcto de solucionar esta problemática que es un derecho fundamental de los colombianos.
Tan importante como lo anterior es la reforma pensional, que ha venido promoviéndose por parte de diferentes sectores económicos. La fórmula parece mágica, pero es tramposa: privatizar los fondos, aumentar la cobertura y la edad en la que los cotizantes tendrán derecho a la pensión y, por supuesto, el número de semanas cotizadas. Pero, la solución no es tan simple ni utilitarista: somos seres humanos.
Son tantas cosas: por ejemplo, los que cotizaron en el pasado, lo hicieron juiciosamente y, en la mayoría de los casos, son los que reciben montos de pensión que están como máximo en tres salarios mínimos (más del 80 por ciento), pero menos del 30 por ciento de los egresos. Si se trabajará hacia la equidad habría que poner límites a las diferencias entre las pensiones más bajas y las más altas, eliminar totalmente los subsidios que se entregan a los más ricos y asegurar que quienes cotizaron, pero no logran beneficiarse de la pensión, les sean devueltos, sin trabas, sus bonos pensionales. Si ese es el inicio de los cambios, bienvenidas las discusiones en otras materias.
A los candidatos presidenciales y al Congreso, en sus programas y en lo referente a la economía, debe exigírseles transparencia y claridad con respeto a estos y otros importantes temas, no vaguedades ni ausencia de compromisos. Cómo se nos ocurre que candidatos financiados por los empresarios, que desangraron el sistema de salud, presentarán proyectos que favorecerán el cumplimiento de los derechos fundamentales de los colombianos y ejercerán control político, actuando en contra de los intereses de los financiadores de sus campañas y los de ellos mismos. Podemos darle tiempo a nuestro futuro, hablemos en serio. ¿Será mucho pedir?