Decidí hacer mi propio balance de cómo se encuentra la situación económica y social. Para ello entrevisté a 8 colombianos ilustrados.
De ellos, 4 optimistas y 4 pesimistas. La encuesta no es técnicamente representativa, el margen de error es del 50 por ciento. Mi hijo, que trabaja a veces en econometría me dice: “es la misma probabilidad de lanzar una moneda a cara y sello”.
Yo agrego, porque soy el que tiene el poder de la palabra escrita: con cara gano yo, con sello pierde usted. He aquí los resultados:
1.Crecimiento de la economía.
Optimista: en cifras absolutas se encontrará este año entre el 5,5 y el 6 por ciento, aumentará el desarrollo productivo. Esto asegurará la disminución del desempleo que se encontrará en un dígito al final del 2011.
Además, las cifras de inversión extranjera batirán todos los records en el presente año.
Pesimista: el porcentaje de crecimiento disminuirá y este no implica necesariamente desarrollo. El empleo no crecerá automáticamente. A partir de finales del año, y de acuerdo con el comportamiento externo, la economía recibirá mucha menos inversión extranjera.
2.Exportaciones de commodities.
Optimista: no bajará representativamente la demanda de la economía mundial y los precios se mantendrán altos. No existe un gran riesgo de que los flujos externos que recibe el país por este concepto, disminuyan.
Pesimista: los precios externos de los commodities tendrán una tendencia a la baja.
No sólo se ha detenido el ritmo de crecimiento de EE. UU. y la Unión Europea, sino que la demanda por exportaciones desde la China disminuirá y el crecimiento de su mercado interno no será suficiente para sostener los actuales ritmos de compra de esos productos.
3.La economía se encuentra blindada.
Optimista: tenemos más de treinta mil millones de dólares en reservas internacionales. La economía se encuentra protegida contra cualquier eventualidad de disminución de recursos externos. Hemos ahorrado en la bonanza.
Pesimista: las reservas apenas alcanzan para seis meses de importaciones y si se tiene en cuenta el servicio de la deuda, mucho menos.
Eso no es un blindaje, es tan sólo un colchón poco resistente.
4.Las cuentas fiscales se encuentran saneadas.
Optimista: se cumplirá el objetivo de tener en tres años unas cuentas fiscales que iniciarán el superávit. El gasto del Gobierno crece mucho menos que los ingresos.
Pesimista: el gasto se encuentra disparado y los ingresos ya alcanzaron su tope. El equilibrio fiscal es una entelequia antes que una realidad.
Lo real es que hay incertidumbre.
Si a ello sumamos que los costos internos están disparados y que la baja inflación se explica por la revaluación y los bajos costos de las importaciones, lo racional, como en Descartes, es dudar de todo. ¿Estamos realmente preparados si los pesimistas se convierten en optimistas bien informados?