Los sectores reales tienen comportamientos, por decir lo menos, preocupantes. Casi nadie predice que los precios del petróleo durante el 2013 aumentarán representativamente, y más bien se proyecta una tendencia a la baja, las inversiones disminuirían en exploración, las reservas alcanzan para menos de una década y Ecopetrol muestra cifras financieras estables, pero que no necesariamente corresponden a su potencial en el largo plazo. El carbón ha sido sustituido por el aumento de la oferta mundial de gas con sus bajas de precios, lo que, unido a los casos conocidos de la Drummond y Cerrejón, no augura un buen año para este ramo.
Flores y banano: aunque se mantienen los precios internacionales, continúan golpeados por la revaluación; más dólares, menos pesos: “mucho peso, poca plata. Las exportaciones industriales no reaccionan y eso a pesar de los promocionados tratados de libre comercio. Las de servicios menos.
Al contrario, se incrementa el déficit de cuenta corriente con el debilitamiento de la balanza comercial, el aumento de la salida de utilidades y la disminución de la entrada de remesas.
La cuenta de capitales: todo indica que la entrada de IED alcanzó en el 2013 su máximo histórico. Con las bajas en los intereses y la caída de confianza de los agentes económicos, no parecería que aumenten los ingresos de capital de portafolio, lo que implicaría utilizar reservas o endeudarse más. Nada promisorio.
El gasto público de inversión en infraestructura aumentaría y también el déficit fiscal. Nos parecemos a Estados Unidos, déficit gemelos: cuenta corriente y fiscal. Pero el tercer componente, la balanza de capitales, se debilita en Colombia.
Industria y agricultura en dificultades, y nuevos servicios con valor agregado: ni ‘fú ni fa’. Políticamente, las reformas a la salud y las pensiones, con la oposición de los representantes de los rentistas en el Congreso, una de ellas condenada a muerte y la otra con serias dudas en su aprobación o, en su defecto, con cambios que podrían convertirla en una caricatura.
Los optimistas bien informados, Banco de la República, funcionarios públicos que reciben la información antes que el resto de los mortales, bolsa de valores y agentes económicos son ahora pesimistas. Ya no predicen ríos de ‘leche y miel’, más bien se encuentran dedicados a afirmar que a pesar de la crisis internacional, las consecuencias son menos graves que las de los vecinos o las de Europa o Estados Unidos. Algo así como ‘mal de muchos, consuelo de idiotas’.
Todo lo anterior, en un año preelectoral y con proceso de paz. Las predicciones de los organismos internacionales cambiarán cada mes, la tasa de interés también, la inflación será baja por la caída en la demanda agregada. Sin embargo, todo bien. Habrá que encomendarse a todos los santos. Confieso: soy pesimista y, además, mal informado.