El gobierno de Estados Unidos ha iniciado el proceso de renegociación del Tclan con México y Canadá. En lo esencial, el presidente Trump plantea la necesidad de un comercio justo con una balanza comercial que equilibre el déficit comercial monumental que se ha acumulado a favor de México en los últimos 20 años, así como la preocupación de la salida de inversiones estadounidenses que han desarrollado complejos productivos en el exterior y han debilitado el empleo y la demanda de productos norteamericanos.
Lo que no nos explican es que un alto porcentaje de las exportaciones mexicanas son realizadas por empresas de capital de ciudadanos de EE. UU., especialmente multinacionales de la industria automotriz y maquila de productos de alta tecnología.
Parecería que el presidente Trump toma partido por lo que ha sido propiedad de los demócratas en sus propuestas: defensa del capital nacional, protección, defensa del mercado interno para los productores locales, promueve el ‘Buy American’ y se opone a las exportaciones de capital de las multinacionales a México, cuya defensa hace parte del credo político republicano. Es la perfecta paradoja.
En la carta en la que el ejecutivo norteamericano notifica al legislativo la iniciación de la renegociación, deja entrever los objetivos fundamentales: aplicar sanciones a las exportaciones cuando se considere que existe dumping social: laboral y ambiental, endurecimiento del contenido regional de las normas de origen, aplicación y flexibilización de cláusulas de salvaguardia por daño, o amenaza de daño, a los productores de Estados Unidos.
También, la propuesta plantea la necesidad de una mayor participación de los exportadores e inversionistas norteamericanos en las compras del Estado, la mayor apertura a la inversión estadounidense, especialmente en el sector energético, cambios en materia de regulación y leyes nacionales, endurecimiento de algunas normas de propiedad intelectual (patentes, derechos de autor que compran las empresas (copyright), entre otras.
México, hasta ahora, poco ha dicho, solo que su negociación comercial estará atada a la agenda común en temas de seguridad. Durante los 20 años de vigencia del Tclan, su dependencia de EE. UU. en materia de exportaciones se ha incrementado hasta representar un poco más de un tercio de su PIB (35 por ciento), y lo mismo ocurre con las importaciones (37 por ciento). Los ganadores son los aliados de las empresas de capital norteamericano, el gran perdedor: el sector agropecuario. El desempleo, por su parte, aumentó, y el Tclan no ha sido una solución. Un analista independiente diría, sobre la renegociación: pobre México “tan cerca de Estados Unidos y tan lejos de Dios”.
En Colombia, después de cinco años de vigencia del Acuerdo con EE. UU., la situación es totalmente diferente a la de México. Nuestra balanza comercial pasó de ser superavitaria a deficitaria, las inversiones no aumentaron y no hubo ‘ríos de leche y miel’, como nos anunciaron. En general, Trump y su gobierno deben darnos las gracias, les ha ido bien.
En su lógica, los que deberíamos clamar por mayor proteccionismo seríamos nosotros.
Sin embargo, no se confíen, una vez finalicen las negociaciones con México, vendrán por más.
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¿Renegociación del Tclan?
El gobierno de Estados Unidos ha iniciado el proceso de renegociación del Tclan con México y Canadá.
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Germán Umaña Mendoza
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