No siendo suficiente que el Banco de la República informe que todavía viene estudiando su rol –el que seguramente le asignará a la Superintendencia Financiera en la aplicación de los instrumentos de política ‘macroprudencial’–, su gerente informa que sólo hasta dentro de un año se podrá conocer algunos avances en este proyecto interinstitucional. Este concepto macroprudencial no es más que un nuevo marco teórico que viene desarrollando tardíamente el Banco de Pagos Internacionales de Basilea, para que los supervisores y bancos centrales administren ordenadamente el riesgo agregado o sistémico del sistema financiero.
Adicional al tiempo que les tomará traducir lo anterior en claros instrumentos de regulación, el Ministro de Hacienda, según declaraciones al diario Portafolio, continúa asaltado por la duda respecto a cómo aumentar el recaudo tributario e insomne por las preocupaciones que le genera la conocida revaluación. Para otro asunto informó que está dispuesto a imitar el modelo peruano, y que si el ensayo fracasa, acto seguido, se imitarán otros métodos y así sucesivamente hasta que la cosa funcione. Parecía que hablaba en ese momento del procedimiento que se requiere para ensayar uno que otro nuevo platillo del infinito arte culinario, pero nunca a la forma como piensa apoyar la delicada cartera de agricultura, que a buena hora dirige el ministro Restrepo.
Preocupados los empresarios respecto al letargo que siguen afrontando las medidas para frenar la revaluación y la misma academia en cuanto a la posibilidad de una nueva crisis financiera en nuestro país, ven ahora el escurridizo ejercicio público que hacen algunos funcionarios cuando al momento de tomar decisiones se refiere. Recordemos que la comodidad del discurso contemplativo y apesadumbrado del que hace gala un buen ministro o funcionario describe mejor lo difícil que es tomar determinaciones de alto impacto cuando de prolongar su permanencia en el cargo se trata.
En cuanto a la revaluación causante del desvelo del Ministro, es urgente adoptar medidas para evitar una mayor crisis en el sector exportador.
Sin mayor esfuerzo se pueden extraer del debate nacional de los últimos años tales como frenar la canalización de divisas de corto plazo en la inversión de portafolio, disminuir ostensiblemente los aranceles de importación de bienes de capital, establecer de nuevo el depósito al endeudamiento externo, diversificar la moneda de las reservas internacionales, eliminar la especulación interbancaria, contratar el crédito externo, pero en divisas diferentes a la americana, y facilitar entre otros la inversión y depósitos en el exterior.
Los grandes países se han construido con dirigentes capaces de tomar decisiones de alto impacto y casi siempre por fuera de los paradigmas existentes, ya que la clave del éxito nunca ha sido el letargo, la recurrente imitación o, peor aún, el experimento sucesivo mediante ensayo y error de modelos de naciones con necesidades y condiciones diferentes