El peligroso populismo socialista o de extrema derecha tiene cabida cuando los sistemas políticos y económicos tradicionales no responden a las necesidades que emergen de la desigualdad, desempleo o de la flexibilización monetaria y laxitud tributaria que facilita la acumulación del capital en pocos agentes privados.
Ahora preocupa que la victoria del ‘Brexit’, el entusiasmo que despertó en campaña el presidente Trump en Estados Unidos o el latente vigor nacionalista en Europa estén ocultando xenofobia por aquella aprehensión que tienen algunos segmentos de estratos medios y bajos hacia los inmigrantes. También se percibe resistencia mundial a la inevitable pérdida de identidad cultural y a la transformación de las dinámicas económicas que la globalización trae consigo.
En Latinoamérica, desde épocas como la peronista en Argentina, nuestros pueblos, en su angustia económica e impotencia para poner en cintura la corrupción de las élites, buscan cambios radicales a través de cualquier personaje que exprese de manera vehemente su animadversión hacia el establecimiento. El problema con esto no es el legítimo interés del pueblo por conseguir los cambios que el sistema necesita, sino que este interés es secuestrado por personajes peligrosamente carismáticos, mediáticos y prolíficos en discursos emotivamente disruptivos, provocadores y casi siempre incendiarios.
Como resultado de este tipo de liderazgos en nuestros inequitativos y altamente corruptos países, hemos visto cómo desde hace 17 años el chavismo postró a Venezuela y, durante 12 los Kirchner a Argentina, empeorando aquello que demagógicamente pretendían solucionar. El problema en Colombia es que este populismo está siendo alimentado desde orillas opuestas, lo que viene fracturando aún más a la sociedad, sumado a que el sistema político tradicional se ha atomizado en tantas vertientes que las minorías populistas de izquierda y derecha ahora recogen más seguidores y entusiasmo.
Los responsables de la inevitable llegada al poder de estas corrientes demagogas, no son ellas por sí mismas, ni la imposibilidad del pueblo para resistirse a su manipulación, sino la ambición de poder e individualismo que el liderazgo político tradicional viene demostrando, y su incompetencia para converger sus ideales políticos en máximo dos candidatos fuertes. Esto facilitó la llegada de Gustavo Petro a la alcaldía de Bogotá en el 2012, ya que los Luna, Galán, Parody, Castro y Peñalosa se resistieron a ceder sus ambiciones políticas bajo un solo candidato. Ahora, en la prematura carrera presidencial, la exagerada cantidad de ‘candidatos’ presidenciales viene allanando el camino a Petro, esta vez hacia la presidencia.
El antidemocrático desprecio de algunos aspirantes a la presidencia hacia sus partidos será evidente porque no buscarán fortalecerlos y evitarán ser convocados a consultas internas bajó el discurso de su aparente independencia política. Por tanto, los partidos políticos tradicionales, por su incapacidad de repatriar corrientes disidentes como el Partido de la U y Cambio Radical en el liberalismo, o encauzar las emancipadas y autárquicas corrientes en el conservatismo, serán los culpables de ver a Petro como presidente de Colombia y posteriormente a uno de corte radical del Centro Democrático.
Gilberto Caicedo Gardeazábal
Consultor
consulting@caicedoasociados.com
Por qué Petro sería presidente
En la prematura carrera presidencial, la exagerada cantidad de ‘candidatos’ presidenciales viene allanando el camino a Petro.
-
guardar
save_article.message.success_title save_article.message.successsave_article.message.success_updated_title save_article.message.success_updatedHa ocurrido un error al intentar guardar este artículo
- Reportar error
- Seguir economía
Lo más leído
Téngalo en cuenta: estas son las rutas aéreas en las que más turbulencias se registran
Destacados
Más Portales
Nuestros columnistas
Alex Bouaziz
¿Es el fin del sueño americano?
Las capacidades, no la ubicación, serán el factor determinante de las oportunidades de empleo.
Rodolfo Segovia S.
Petro tenaz
Rafael Herz
Liviandad y crueldad
Luis Arango Nieto
El Cerrado brasileño: ejemplo para la Altillanura
María Sol Navia V.
El Estado no controla parte del territorio
Cesar Pabon
¿Cautela o relajamiento?
Jorge Restrepo
¿Perdemos a Ecopetrol?
Eduardo Behrentz
Seguridad: fundamento de la democracia
Carlos Tellez
Estrategias obsoletas
El direccionamiento estratégico va tomando forma sobre la marcha, incluso por inercia.
Mario Hernández Zambrano
Estoy jugado por Colombia ...
Cristina Vélez
El privilegio del voluntariado
Otros Columnistas
Cotización a pensiones se cuenta en días
Otros Columnistas
Abriendo puertas, cerrando heridas
Ricardo Santamaría
Constituyente: ¿Para qué?
Enfóquese en lo que pueda hacer bien hasta el 2026 y permita que la democracia siga su curso.
Camilo Herrera Mora
A los caricaturistas
La capacidad de decir algo fuerte, con pocas palabras e imágenes, es la virtud de haber comprendido.