El sicólogo estadounidense Adam Grant, en su best seller ‘Dar y recibir’, asegura: “Los más generosos ganan menos dinero y tienen más riesgo de ser víctimas de abusos. Un mal donante se muestra en exceso atento, confiado y dispuesto a sacrificar sus intereses en beneficio de otros”.
Según Grant gana un 14% menos de dinero, presenta el doble de riesgo de ser víctima de crímenes y es un 22% menos influyente que los demás. Es que al no saber regalar a alguien el propio dinero, tiempo o conocimiento, te pones a su servicio y buscas a cambio que te quieran por no amarte lo suficiente. El receptor recibe la dádiva, puede creer que debes ayudarlo siempre y si es ingrato te sientes mal. Saber ayudar no es fácil y se suele hacer con una mentalidad de carencia y no de abundancia.
Hay dos modos de vivir en relación con lo material: eliges enfocarte en la abundancia o estar programado para sufrir en la carencia. Lo serio es que terminas creando según crees y que el universo responde a lo que piensas, sientes y atraes por no saber merecer. Algunos están mal económicamente condicionados por esta frase: “Los ricos no entrarán al reino de los cielos”. No creo que Jesús lo dijo. Otros sufren con poco porque decretan sin cesar: “Soy pobre, soy un fracaso, lo que consigo nunca me alcanza, el dinero es malo y corrompe”. Y abundan los ingenuos que en un credo dan parte de su salario mínimo para que su ambicioso pastor nade en dinero y lujos. Todos viven con estrechez en un mundo de abundancia infinita en el que hay de sobra para todos. Por eso, abre tu corazón a la abundancia y repite sin cesar: “Merezco todo lo bueno, me llega y me sobra”. Obvio, no te contentes con decretar, hay que actuar.
Das un salto cuántico en tu vida cuando identificas y borrar viejos paradigmas que te limitan. Vienen de muy atrás, de padres y educadores que los recibieron de los abuelos sin tomar conciencia. Entonces, tu vida rueda una vieja película llena de mentiras, supuestos y falsas creencias que se sostienen como ciertas. Un ejemplo simple es creer que es mejor tener poco que sufrir con mucho o que con poquito me basta. Las culturas, los sistemas y las religiones mantienen esas creencias por su propia conveniencia. Por eso es sabio viajar hacia atrás y recordar lo que se grabó en tu mente y que te condiciona.
Cancela ideas erróneas porque te frenan para dar lo mejor. Para un niño sus padres son dios y lo que afirman son “mandatos paternos” que se siguen, aunque sean horribles o bloqueadores. De niño eras una esponja que absorbía todo de modo ingenuo; toma conciencia, borra los condicionamientos y tendrás alas para volar muy alto y tener más de lo necesario.
La naturaleza es el reino de la abundancia, créelo y borra ideas de escasez. Hay unas 80.000 variedades de arroz y unas 150 de frijol. Solo en México se conocen 84 clases de maíz y se habla de más de 30.000 de trigo. La lista es interminable en variedad de plantas, flores, frutos y animales vertebrados o invertebrados, aromas, texturas, formas y colores. Todo eso es abundancia, sé consciente de eso y de cómo nos han educado con frecuencia para sufrir en la escasez y no saber recibir ni merecer. Amar no es solo dar. Elige amarte sin límites, aprende a recibir, a soñar con lo mejor y a atraerlo, porque la abundancia está ya lista para ti. No le fijes límites y afirma sin cesar: “Gracias, amado Padre, me abro a recibir todo lo mejor y a disfrutarlo; la abundancia llega a mí en todos los campos”. En su libro Adam Grant enseña a ser un buen donante y a saber recibir. Esta gratis en PDF, en internet.
Gonzalo Gallo G.
Escritor - Conferencista
charleschaplin@oasisgonzalogallo.com