Los estudiosos del poder del lenguaje y la neurociencia saben que las metáforas existenciales que elegimos condicionan nuestro estilo de vida. Lo habitual es que esos paradigmas se instalen en nuestra mente con base en lo que vimos en nuestros padres y la educación. Piensa en frases que más repetían ellos y descubrirás cómo su forma de pensar y vivir, de algún modo, te tiene programado. La vida es muy complicada, todo es tan difícil, nacimos para sufrir, no hay nada que hacer, la vida es una lucha, odio mi trabajo. Son metáforas horribles y muy comunes. Si desde pequeño escuchabas eso y además palpabas a diario una actitud negativa y derrotista, lo normal es que repitas y vivas lo mismo.
Toma conciencia y desecha ese pésimo modo de pensar y vivir. Elige y repite metáforas positivas y motivadoras como estas: la vida es un milagro, la vida es una linda aventura, incluso con sus problemas la vida es bella, atraigo abundancia y felicidad, me amo y atraigo lo mejor, el trabajo es una bendición. El film La vida es bella es un ejemplo: en un campo de concentración, el papá le hace ver a su hijo todo como un juego. Nick Vujicic, sin extremidades, decreta feliz: “Vivo una vida es sin límites”. Las metáforas influyen en cómo ves a los demás y la misma vida.
Con mucha frecuencia lo que elogias o criticas en otros es lo mismo que hay en ti, aunque no lo reconozcas. Los demás son tu espejo. Piensa en ese jefe o pariente que te irrita y, en estado de relax y oración, reconoce: ¿con cuáles acciones irrito o exaspero a otros? Examinarse es un gesto de sabiduría y solo así detectas en ti pautas, creencias y hábitos que adornan o afean tu personalidad. Casi siempre atraes a tu vida personas muy similares a ti, y fácilmente juzgas en ellas lo mismo que tú haces.
Sé consciente y examina sin autoengaños esta verdad: gran parte de lo que soy y hago viene de mis padres. Ojo: tu ego ama el autoengaño. Por lo mismo, sin culparlos, ya que te dieron lo que podían, pregúntate: ¿qué necesito y quiero desechar o cambiar? Tu presente viene de tu pasado. Lo importante es verte tal cual eres y asumir compromisos de cambio que estés evaluando hasta lograr una mejor versión de ti mismo.
Autoconocimiento y autocontrol son dos tesoros en tu vida. Ellos muestran si tienes o no inteligencia emocional y de ella depende tu felicidad.
Plutarco (46-120 d. C.) fue un historiador, biógrafo y filósofo griego, famoso por su obra Vidas paralelas. Es una serie de biografías de personajes famosos griegos y romanos; en ellas compara sus defectos y sus cualidades por pares. Cuenta que cuando Julio César (100-44 a. C.) llegó a África tuvo la mala fortuna de tropezar y caer a tierra tan pronto como desembarcó. Con gran presencia de ánimo, César se sobrepuso inmediatamente del accidente y, levantándose, dijo: “Te tengo África”. Quería dar a entender que la caída no era casual, sino un acto voluntario para mostrar que tomaba posesión de esa tierra.
La historia sirve para ver de qué manera puedes asumir la realidad, con ánimo y fe, o con desaliento y derrotismo. Se sabe que donde un pesimista ve problemas y dificultades, un optimista ve aprendizajes y oportunidades, porque esa programación ya está en su cerebro. Todo el tiempo estás creando tal como estás creyendo, todo el tiempo ves cómo lo que se decreta, se concreta.
Examina tus metáforas y haz cambios.