Mucho se ha hablado en las últimas semanas del débil crecimiento que se espera para América Latina en el 2015, pero poco sobre las razones más estructurales.
En un artículo publicado recientemente en la revista International Review of Applied Economics, encuentro con mi coautor, Arslan Razmi, de la Universidad de Massachusetts, evidencia que sugiere que el crecimiento económico de la región en los últimos 60 años ha dependido del superávit en cuenta corriente. Es decir, una mayor diferencia entre exportaciones e importaciones de bienes y servicios, como porcentaje del Producto Interno Bruto, está acompañada de una mayor tasa de crecimiento económico.
Aunque el resultado anterior generaliza a la región, el texto discute ciertas particularidades. Por ejemplo, la relación positiva entre superávit de cuenta corriente y crecimiento económico es más clara en países con fuerte presencia de materias primas en sus ventas externas, que en aquellos con más exportaciones manufactureras. El caso de Colombia, ciertamente encaja en el primer grupo. Alrededor de dos tercios de las exportaciones corresponden a petróleo, carbón, café y ferroníquel.
La evidencia de nuestro artículo indica también que este efecto positivo del superávit en cuenta corriente ocurre porque una mayor demanda externa, reflejada en mayores exportaciones netas, fomenta la acumulación de capital. Esta está directamente asociada con crecimiento económico en economías en desarrollo, que por lo regular están caracterizadas por desempleo laboral y, simultáneamente, por restricciones de capital.
Ahora, como consecuencia de los ajustes poscrisis del 2009, las economías avanzadas han venido reduciendo sus déficits en cuenta corriente. Esto se traduce en una reducción de los desequilibrios globales, con un menor margen para las economías latinoamericanas para expandir sus exportaciones netas. A veces es pasado por alto que la capacidad de las economías en desarrollo de tener un superávit en cuenta corriente depende del déficit en cuenta corriente de las economías avanzadas.
Por lo tanto, de continuar el mismo régimen histórico de crecimiento para América Latina, basado en la diferencia de exportaciones e importaciones, el resultado principal de nuestro artículo tiene implicaciones sombrías para la región. No es extraño, entonces, que las más recientes proyecciones del Fondo Monetario Internacional (FMI) confirmen un panorama de desaceleración para la región como resultado de la lenta recuperación de la economía mundial, luego de la gran recesión del 2009.
El FMI pronostica un crecimiento económico para Latinoamérica de 1,4 por ciento para el 2015.
La debilidad en el crecimiento latinoamericano en el mediano plazo no es solo un asunto coyuntural. Es también el resultado del régimen de crecimiento histórico de la región que no es sostenible en el contexto actual de la economía mundial. Es por eso que las discusiones sobre una estrategia alternativa para deben permanecer sobre la mesa, la cual puede incluir, por ejemplo, una mirada más atenta a los mercados domésticos y regionales que a aquellos en el mundo desarrollado.
Gonzalo Hernández J.
Director, Departamento de Economía, U. Javeriana
gonzalo.hernandez@javeriana.edu.co