Al momento que este escrito salga a la luz pública, ya toda Colombia habrá conocido el resultado de las elecciones presidenciales. Simultáneamente el gran evento deportivo que cada cuatro años concita la atención mundial, estará en pleno desarrollo.
En este contexto, he considerado más ameno e ilustrativo hacer unos comentarios sobre un libro que tuve la oportunidad de adquirir y fundamentalmente degustar en estos días de gran agitación. Se trata de la obra que lleva por título ‘Historias insólitas de los mundiales de fútbol’, escrito por el periodista y profesor universitario de origen argentino, Luciano Wernicke.
Como antecedente histórico a la Copa Mundo, en los años veinte se llevaron a cabo torneos regionales entre equipos de un mismo continente. Así por ejemplo, en 1924 se enfrentaron las selecciones de Argentina (como local) y Uruguay.
Un delantero argentino por primera vez en un enfrentamiento entre selecciones, anotó un gol directamente al cobrar un tiro de esquina. Ni los mismos jugadores compañeros suyos sabían si este tipo de gol era válido.
Lo cierto es que el árbitro -por demás de origen uruguayo- convalidó la anotación y ahí surgió la expresión de gol olímpico, que décadas más tarde refrendara nuestro Marcos Coll en la ciudad de Arica.
Uruguay fue en esos tiempos una potencia futbolística, obteniendo sendas medallas de oro en los olímpicos de principios de siglo. Esta primacía le otorgó el derecho a organizar el primer mundial en el año de 1930. En el participaron nueve equipos de América y cuatro europeos. Todos los encuentros se llevaron a cabo en la capital Montevideo y seguramente por culpa de la aburrición y desinterés, a una de las eliminatorias entre Perú y Rumania solo asistieron trescientos espectadores.
En ese entonces, al país anfitrión le tocaba sufragar los gastos de transporte y estadía de todos los participantes. Uruguay ganó la final frente a su eterno rival Argentina y este resultado en parte compensó la inversión realizada.
Los mundiales de 1934 y 1938 (Roma y París respectivamente) son episodios para no recordar desde el punto de vista deportivo. Ganó Italia pero no es un secreto que detrás de este logró estuvo la mano negra del inefable Mussolini que amenazó a jugadores y entrenador con la pena capital en caso de no ser ganadores.
En la final de 1938 el portero de Hungría recibió cuatro goles con algo de complicidad y al final del encuentro, el mismo jugador manifestó “su regocijo por haber contribuido a salvar la vida de once personas”.
A este torneo había clasificado Austria, pero finalmente no pudo concurrir pues meses antes la mano siniestra de Hitler la había borrado del mapa político.
Por estar enfrascados los países europeos en la Segunda Guerra Mundial, la Copa Mundo solo se restableció en Suiza hasta 1950. No fueron admitidos ni Alemania ni Japón por haber perdido el enfrentamiento bélico.
La era moderna de los mundiales verdaderamente arranca en los setenta, gracias también a la presencia de la televisión. En la pantalla chica están registrados episodios como el gol inventado por el árbitro en favor de Inglaterra en la final de 1966 o el gol con la ‘mano de Dios’ de Maradona en 1986 o el cabezazo de Zidane, no al balón sino a un adversario.
¿Podrá Colombia organizar un mundial y borrar la mala imagen dejada en 1986? Imaginémoslo para el 2034, cuando posiblemente la jefatura de Estado la estarán disputando Martín Santos y Jerónimo Uribe.
Gonzalo Palau
Profesor Universidad del Rosario