Definitivamente la situación política y económica de Venezuela es todo un galimatías. Muchos analistas consideran que la nación hermana está gobernada y regida por un régimen absolutista y dictatorial que desconoce los parámetros que normalmente caracterizan una democracia, entendida ésta como el gobierno del pueblo. Paradójicamente es el pueblo soberano venezolano el que periódicamente refrenda la legitimidad del gobernante, cuyo nivel de aceptación dentro de la opinión pública supera con creces el de gobernantes de países vecinos en los cuales un respaldo popular más bajo es considerado suficiente para poner en marcha procesos reeleccionistas.
Pasando al terreno económico, la perplejidad es aún mayor, pues desde la época del fallido golpe de Estado supuestamente patrocinado por el gobierno de un país europeo cuyo monarca es todo un 'mandacallar'-, la economía del país vecino va disparada, mostrando en promedio las más altas tasas de crecimiento de la región.
A pesar de la contundencia de las cifras, es muy común escuchar versiones según las cuales la economía venezolana va hacia el despeñadero, pues vive única y exclusivamente de su riqueza petrolera y las demás actividades económicas son prácticamente inexistentes. En este contexto, el panorama para los empresarios sería también de gran desolación y la fuga de capitales prácticamente incontrolable. Se comenta -más con el deseo que con la razón del regreso a nuestro país de inversión colombiana allá establecida y sobre todo de la llegada masiva de inversionistas venezolanos, que huyen de los riesgos y falta de oportunidades en su país.
Nuevamente las cifras parecen indicar lo contrario. Según reporte del diario PORTAFOLIO, cuya información económica merece toda credibilidad, la economía venezolana creció en el tercer trimestre un 9,7 por ciento, a pesar del petróleo (ver sección Vecinos del lunes 19 de noviembre). A pesar del petróleo, significa que el crecimiento económico hubiese sido aún más alto si la producción de éste no hubiese caído en un 4,4 por ciento. ¿Cómo puede suceder que una economía, supuestamente concentrada en una sola actividad económica y si dicha actividad cae fuertemente, por otro lado, registre un gran crecimiento, globalmente considerada? Debe haber un gran dinamismo en otros frentes de la producción, que seguramente impulsados inicialmente por la bonanza petrolera, logran compensar con creces el decaimiento en lo que se supone ser el corazón de la economía. De acuerdo con las proyecciones de expertos independientes, el PIB de Venezuela alcanzará en el 2008 la cifra de los 200.000 millones de dólares, que es la misma cifra que se espera para la economía colombiana. La diferencia es que allá son la mitad de habitantes. Son como dos fábricas que producen la misma cantidad de unidades de producto con la diferencia de que una lo hace con la mitad de operarios respecto de la otra. ¿Cuáles son entonces los rubros que explican el crecimiento económico? Pues como en todas partes, la industria manufacturera (supuestamente inexistente), el comercio, la construcción y las comunicaciones.
Para acabar de desmitificar la leyenda negra -no solo por lo del petróleo, sino también por la mala propaganda la edición de PORTAFOLIO del miércoles 21 indica que la inversión privada está creciendo al 30,4 por ciento. Si el panorama es negro, ¿para qué invertir? ¿Cuál fuga de capitales? Si unos pocos salen, muchos más deben estar ingresando.
Si apelamos al lugar común de los lazos y vínculos que deben existir entre dos naciones hermanas que fueron el eje central de la extinta Gran Colombia, se puede concluir que mientras Colombia tiene mucho qué enseñar en el campo de la política y de las garantías democráticas, Venezuela nos puede retribuir con importantes y valiosas lecciones en el arduo y difícil terreno del manejo económico.