Hace un par de semanas y con la Cepal como anfitriona, se reunieron en Santiago de Chile siete ex presidentes latinoamericanos y representantes de organismos multilaterales de la región. Los asistentes pertenecen al llamado Club de Madrid que es un centro de pensamiento de características internacionales, para examinar las dimensiones políticas de la crisis y para advertir sobre los efectos de ésta en los programas sociales de los gobiernos. El temor latente es la pérdida de las mejoras en materia de desarrollo humano y en la estabilidad política de los países.
Las amenazas derivadas de la crisis' económica mundial, que tuvo origen externo, se pueden resumir así: retroceso económico, pérdida de la confianza en la capacidad de los gobiernos para recuperar el crecimiento económico con equidad social, procesos electorales polarizados, debilitamiento de los sistemas democráticos y surgimiento de tendencias autoritarias. Eso ya se está percibiendo. En nuestra región el afán de algunos gobernantes por concentrar poder y atornillarse a los cargos es evidente. Las Constituciones políticas quieren cambiarse para evitar la alternación en el poder y para institucionalizar reelecciones indefinidas. Es un mesianismo peligroso que se creía superado y que conduce al debilitamiento de las democracias.
La crisis 'puede poner en peligro los avances políticos de las últimas décadas, creando un ambiente propicio para la generación de estallidos sociales con posible violencia y agravando las condiciones de vida e injusticia en que viven millones de personas en la región'. No es una advertencia desatinada. En nuestro caso el inmenso número de desplazados por la violencia, sumado al de los millones de seres que viven en la pobreza, es un reto claro.
La crisis, así lo resaltaron los expertos, puso en 'evidencia los peligros del fundamentalismo de mercado'. Años de defensa de esta libertad mostraron que los beneficios no se distribuyeron equitativamente. El número de excluidos es aún inmenso y la riqueza se concentró en pocas manos. Por eso, los del Club de Madrid subrayaron la necesidad de un "Estado que asuma un papel activo y sustantivo, responsable fiscalmente, capaz de proteger al ciudadano, de promover economías prósperas y políticas públicas que garanticen la cohesión social". El mensaje apunta a una mayor intervención del Estado para evitar que éste sea un simple espectador de los hechos económicos. Los gobiernos deben contar con políticas públicas que garanticen una mayor equidad en la distribución de los beneficios del desarrollo.
Un desarrollo humano integral, que vele por la dignidad de todas las personas debe ser el objetivo central de los gobiernos de la región. Para ello, los instrumentos de protección social tienen que ser más ambiciosos basados en los principios de universalidad y solidaridad 'incluyendo medidas para generar nuevos empleos'.
Para contrarrestar la disminución en el comercio y en las exportaciones, se recomendó profundizar los procesos de integración. Es una aspiración legítima, pero difícil de lograr.
Nuestra Comunidad Andina de Naciones, muy debilitada, porque ha dejado de ser una prioridad política, podría ser un camino idóneo si se vencen las arrogancias de algunos de nuestros líderes que condicionan su permanencia en la misma a que les satisfagan sus pretensiones. Lo que está verdaderamente en juego en la solución propuesta, es la capacidad de liderazgo de los gobernantes. Ese es el verdadero reto.
Nuevos retos
Un desarrollo humano integral, que vele por la dignidad de todas las personas debe ser el objetivo c
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