En su primera rueda de prensa como presidente electo, el señor Obama dijo que no sería rápido ni fácil salir del hueco en que estaban. Ya había señalado sus retos: dos guerras costosas y quizás inútiles: Irak y Afganistán, un planeta en peligro por el deterioro ambiental y la que calificó como la peor crisis financiera desde hace un siglo.
Su triunfo claro ha generado muchas esperanzas de cambio. Y ese es otro desafío. En una encuesta reciente el 72% de los que la respondieron creen que será capaz de arreglar la economía y generar empleo. Necesitará de las mentes más lúcidas para lograrlo. En el mes de octubre se perdieron 240.000 puestos de trabajo, y la tasa de desempleo llegó al 6,5%. Más de 10 millones de personas están sin ocupación. Con más personas desempleadas y sin ingresos, la demanda interna cae, y como consecuencia de ello también lo hará la producción industrial, lo que profundizará la fase recesiva que algunos analistas anuncian.
El plan de rescate del sector financiero por 700 mil millones dólares del presidente Bush no devolvió la confianza en el sistema como se esperaba. Para muchos ese salvavidas lanzado a las entidades que en buena parte son responsables de la crisis es inequitativo. Por eso en un reciente editorial de The New York Times se pedía a la Secretaría del Tesoro un plan para evitar los juicios hipotecarios y así impedir que miles de personas se quedaran sin vivienda y que los bancos aumentaran sus activos improductivos. La posibilidad que muchos de los receptores de esos créditos se declaren insolventes y no paguen sus deudas está hoy más cercana que antes. El editorialista ha pedido que con urgencia se reprogramen los créditos bajando la tasa de interés, extendiendo los plazos y eventualmente condonando una parte de los mismos. El costo de este plan, se afirmó, es notablemente inferior al del sector financiero, pues se estima en 40 mil millones de dólares y los beneficios son evidentemente superiores: permitir que miles de norteamericanos permanezcan en sus casas, salvar los bancos y también la economía.
Los del sector hipotecario y financiero no son los únicos problemas. Compañías del sector real de la economía ya están pidiendo que les arrojen salvavidas. General Motors, la más grande productora de automóviles, está solicitando más apoyo económico para evitar acogerse a la legislación de quiebra y una de las más importantes empresas de ventas al detal de productos electrónicos ya lo ha hecho. La alarma se ha encendido.
Las esperanzas en el presidente Obama no son solamente internas. Aquí están pendientes de la ratificación del TLC. Si no se obtuvo con el presidente Bush, siendo el colombiano el Gobierno más leal y más cercano, será más difícil con los demócratas, que son poco amigos de los tratados comerciales y más si llega la recesión. De esa nube tenemos que bajarnos.
gustavo_tobon@yahoo.com
No será fácil
El plan de rescate del sector financiero por US$700 mil millones del presidente Bush no devolvió la
POR:
Gustavo Tobón
-
guardar
save_article.message.success_title save_article.message.successsave_article.message.success_updated_title save_article.message.success_updatedHa ocurrido un error al intentar guardar este artículo
- Reportar error
- Seguir economía
Lo más leído
Destacados
Más Portales
Nuestros columnistas
día a día
Lunes
martes
Miércoles
jueves
viernes
Camilo Sánchez
Inconveniente humo constituyente
Nuestra responsabilidad histórica está en evitar que cantos de sirena sigan dividiendo al país.
María Sol Navia V.
¿Ha logrado la mujer superar barreras?
Otros Columnistas
Importancia del agua en agenda empresarial
Gonzalo Gallo González
Shoganai - Gamán
Rafael Herz
Liviandad y crueldad
Camilo Herrera Mora
Fundador de Raddar
Críticos
Victor Muñoz
Emprendedor, investigador, analista
Rumbo al Armagedón en el 2026
Rodrigo Villamizar
Director Electra CDP
Colisión de tarifas e importación de gas: una bola de nieve social
La gente demanda es que bajen los precios de la electricidad que consumen.
Ricardo Santamaría
Analista
Hay María Corina para rato
La historia de estas elecciones en Venezuela es que quizás nunca lleguen a realizarse.
Cristina Vélez
Decana Escuela de Administración, Universidad Eafit