El crecimiento sostenido y exponencial de datos ha dado mucho de qué hablar recientemente. Hace tan solo ocho años se esperaba que para el 2015 se produciría la mayor cantidad de datos en la historia, y en la actualidad, podemos decir que su crecimiento continúa siendo exponencial, y está definiendo tendencias en muchos ámbitos de la vida del ser humano. Las empresas, las organizaciones no gubernamentales y los gobiernos están moldeando su actuar según la información que pueden obtener del manejo de estos datos, y es ahí donde su buena administración se convierte en una herramienta fundamental para la toma de decisiones.
Diariamente, las instituciones públicas o privadas, procesan gran cantidad de información como reportes de ventas, experiencia de clientes, fallas en procesos internos o sugerencias de empleados, la cual, por lo general, se almacena en bases de datos sin ser analizada a profundidad. Sin embargo, con herramientas de análisis de big data podremos identificar oportunidades de negocio o posibles riesgos que anteriormente no eran visibles a primera vista.
Cuando viene a nuestra mente el concepto de big data, seguramente también vienen a ella las empresas y las grandes oportunidades que estas pueden tener, mediante la implementación de estudios de datos. Las instituciones que sepan utilizar correctamente los datos que a diario reciben de los consumidores, serán las que tengan mayores posibilidades de responder a las necesidades específicas de demanda, y, por ende, estar un paso adelante en el mercado. Gracias a este flujo de datos e información, las compañías pueden conocer qué quiere el cliente y cómo se comporta; prácticamente todo lo que queremos saber está en la nube, el reto se encuentra en el uso eficiente que se le dé a esta información y en los métodos que se utilicen para filtrar lo que sirve y lo que no.
El sector privado ha sido el principal beneficiado del uso del big data. Empresas como WalMart, IBM, Nike o Amazon han sabido marcar un camino diferente en su relación con los clientes, gracias al correcto uso de datos masivos. Sin embargo, la utilización de grandes cantidades de datos no está reservada únicamente para compañías del sector privado, es una gran oportunidad para que los hacedores de política pública también puedan utilizar una herramienta que aumente la eficiencia de sus proyectos y mejore la calidad de vida de los ciudadanos, tanto a nivel nacional como local.
Diariamente se crean muchos millones de bytes de información que provienen de diferentes fuentes. El desafío para el sector público se centra en lograr orientar políticas y métodos eficientes para que estos datos se conviertan en información útil para tomar decisiones concretas que impacten positivamente el desarrollo y el progreso social y económico.
Actualmente, en Colombia, el Departamento Nacional de Planeación está desarrollando una política de big data, lo que nos convierte en el noveno país del mundo en tener una de este género. Sin embargo, la misma entidad es clara al afirmar que dentro de las instituciones públicas del país, solo el 3,3 por ciento tienen la capacidad de dar un adecuado uso a los datos digitales, las demás, requieren cambios y adaptaciones para lograrlo.
Ciertamente, es un buen comienzo para que el país se posicione como líder en la región en este campo. Aun así, el camino que queda por recorrer es largo; luego de tener esta política de uso, es necesario tener profesionales capacitados y las herramientas necesarias. Se debe alcanzar una capacidad del 100 por ciento de las instituciones del país, de manera tal que se logre el uso satisfactorio de la información proveniente de estos datos en procesos de desarrollo y mejora de las condiciones en que la población colombiana vive.
En el momento en el que esta meta se logre, los encargados de la administración pública tendrán el apoyo para ser más eficientes y asertivos en la toma de decisiones. La mirada debe estar puesta en alcanzar los objetivos, con la ayuda que proporcionan los laboratorios de big data en temas de gran relevancia como el desarrollo económico, la sostenibilidad y el avance hacia una mejor calidad de vida de los ciudadanos.