Ser niño es algo muy riesgoso en Colombia. Entre enero y marzo, Medicina Legal reportó la atención por aparente violación de 4.315 menores, la mayoría de ellos entre los 10 y los 14 años. Igualmente, se presentaron 1.584 casos de niñas y niños menores de nueve años, y 500 casos desde recién nacidos hasta los cuatro años.
En el 2016, los niños que sufrieron violencia y abuso sexual fueron 17.908, y en el 2015, 19.181, cifras escandalosas que, la mayoría de veces, solo toman relevancia cuando estremece a la nación, como el atroz caso de Juliana Zamboní, la niña de siete años que fui violada y asesinada en Bogotá.
Infortunadamente, estos casos no son tan aislados como parecen. Según Medicina Legal, se denuncian 48 casos diarios de posibles abusos sexuales de menores. Esto nos debe llamar a reflexionar como sociedad. No puede ser posible que el país sea indiferente a esta cruda realidad para nuestros niños.
No podemos seguir contabilizando, sin pudor, hechos aberrantes como los que se dieron a conocer el pasado fin de semana en Ibagué, donde una niña de 3 años murió luego de ser remitida desde Armero, con lesiones y signos de violencia sexual. O lo ocurrido en Meta, donde un hombre violó a una bebé de cuatro meses, en Fuentedeoro.
No es posible que los niños no estén seguros ni en su propia casa. Según la Fiscalía, los principales responsables del abuso sexual de menores son primos, tíos y amigos y, en general, personas que se ubican en la primera línea de cercanía familiar.
En Colombia, la vulnerabilidad de los niños también empieza antes de nacer. Mueren 15 de cada mil niños nacidos vivos. Y en regiones como Chocó, la cifra es de 23 por cada mil; en la Amazonia, de 25, y en La Guajira, 18. A esas cifras se suma también el fenómeno de la desnutrición. Uno de cada 10 sufre desnutrición en el país, y en el 2015 en La Guajira, murieron 38 niños por desnutrición. Esto sin mencionar que miles de niños son forzados a trabajar, reclutados por grupos armados ilegales y víctimas de todo tipo de vejámenes.
Ahora, aparece un monstruoso jueguito que, aparentemente, nació en Rusia, el cual los incita a cumplir retos que, muchas veces, terminan en suicidio. La ‘Ballena Azul’, como lo llaman, al parecer, llegó al país para constituir otro riesgo para nuestros hijos. Estos delitos, más que informáticos, son una perversión que está incitando a niñas y niños a quitarse la vida.
La protección de los menores debe ir más allá de la que puedan brindar las autoridades. Debemos actuar con mayor rigor y frenar estos flagelos, sancionar ejemplarmente a los victimarios, apostarle a la formación de la sociedad en valores, crear escuelas de padres e incluir en la discusión sobre los valores sociales a los colegios y, necesariamente, entender que los derechos de los niños están por encima de todos los demás.
El riesgo de ser niño
Según la Fiscalía, los principales responsables del abuso sexual de menores son primos, tíos y amigos.
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