Diez años después del inicio de la guerra en Irak y de la caída del régimen opresor de Sadam Hussein, vale la pena reconocer que en este país se están presentando transformaciones con impacto en la seguridad energética global.
Las cifras de la Agencia Internacional de Energía nos permiten ver que el país es hoy el tercer mayor exportador mundial de petróleo, y en cuanto a gas natural, presenta un potencial enorme, aun por desarrollar.
Reconociendo que Irak es un país de 31 millones de habitantes, en el cual los ingresos petroleros representan el 72 por ciento del PIB, las proyecciones de su expansión económica durante las próximas décadas son extraordinarias. Si bien el país produce hoy cerca de tres millones de barriles diarios de petróleo, para el año 2020 se espera que esta cifra se duplique, y para el 2035 alcance los ocho millones de barriles diarios.
Tratándose de exportaciones de petróleo, Irak también está experimentando cambios radicales en la composición de sus principales consumidores. Hoy en día, Asia representa el 50 por ciento de las exportaciones de crudo iraquí, mientras que para el 2020 y el 2035 representará más del 80 por ciento. Esto, en pocas palabras, quiere decir que Irak será determinante en la seguridad energética asiática.
La importancia de Irak en un entorno de creciente demanda energética mundial y, por supuesto, de combustibles fósiles, también queda clara al reconocer que esta nación generará el 45 por ciento del incremento en la producción mundial de petróleo durante los próximos veinte años.
¿Puede ser verdad tanta belleza? Los principales analistas energéticos creen que el éxito de Irak dependerá de dos grandes cambios. Por un lado, de la expansión del gas natural como abastecedor energético de la demanda local, pues permitirá que el país consuma menos petróleo para la generación de electricidad y contribuya a satisfacer la demanda internacional. De otro, que el país alcance consensos políticos sobre la regulación del sector petrolero, permitiendo inversión de largo plazo en un marco de estabilidad en las reglas de juego.
Pero tan importante como estos elementos es que el país haga de esta bonanza un camino para edificar una democracia estable, en la cual la calidad educativa, el acceso a oportunidades y la transición hacia sectores con valor agregado en innovación y propiedad intelectual sean realidades inalterables. Alcanzar esta meta dependerá de crear un ambiente socioeconómico en el cual shiitas, sunitas y kurdos se sientan incluidos, y coparticipen de las decisiones de largo plazo.
Hasta el momento, el proyecto democrático avanza con estabilidad, pero todavía estamos lejos de cantar victoria. De la forma como progrese Irak se desprenderán efectos para estabilidad energética global, y por eso vale la pena tener un ojo puesto en este lejano país.
Irak y la energía global
De la forma como progrese Irak se desprenderán efec- tos para estabilidad energética global.
POR:
Iván Duque Márquez
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