Hace más de diez años tuve el honor de ingresar como columnista de opinión a Portafolio. Agradezco profundamente la confianza que Silverio Gómez y Ricardo Ávila, maestros del periodismo económico, depositaron en mí para ventilar desde esta tribuna múltiples debates, análisis y planteamientos sobre la realidad nacional y las repercusiones que la economía internacional tiene en nuestro país.
Desde el primer momento me fijé tres objetivos para esta columna. Por un lado, no caer en la tentación de convertirla en un púlpito orientado por preconcepciones ideológicas o políticas, que terminarán en el pecado de la personalización o lo puramente anecdótico. Así mismo, decidí darle un enfoque internacional que trajera al debate aspectos que están ocurriendo en otros lugares del mundo, pero cuyos efectos tendrían ramificaciones en nuestra región. Por último, procuré esforzarme por brindar datos e información que complementaran mis opiniones para dotar al lector de insumos relevantes.
Ofrezco disculpas si en alguna ocasión estos puntos no llenaron las expectativas de los lectores. Siempre he creído que la labor de un columnista debe sustentarse en el rigor, el servicio al lector, en estar estudiando constantemente y en aportar a los ciudadanos acceso a información que regularmente no tienen al alcance de la mano.
En más de trescientas columnas está reflejado el trabajo que por una década pude desempeñar en el Banco Interamericano de Desarrollo, teniendo participación en políticas públicas para sectores como emprendimiento, innovación, educación, salud, medio ambiente, energía, juventud y economía creativa. Igualmente, aportaron a esta tarea el haber tenido contacto con la situación política del Medio Oriente desde la tribuna de las Naciones Unidas, sumado a experiencias académicas y de consultoría.
Hoy, luego de haber dedicado gran parte de mi trayectoria profesional al estudio, diseño y evaluación de políticas públicas, he emprendido un nuevo rumbo de vida. Gracias a la invitación que me ha hecho el expresidente Álvaro Uribe Vélez, he decidido aspirar al Senado de la República, razón por la cual esta columna se suspenderá.
Aprovecho para expresar toda mi gratitud a los lectores que siempre me hicieron llegar sus puntos de vista. A los que respaldaron las opiniones y a quienes fueron críticos inclementes les debo el haberme motivado a mejorar constantemente. También agradezco a Rosa María Cárdenas, quien profesionalmente coordina las páginas editoriales del periódico y exige incesantemente a todos los colaboradores.
Como columnista siempre he creído que Colombia necesita debates constructivos, profundos, respetuosos frente al disenso y encaminados a buscar soluciones. En este nuevo camino opino lo mismo. Creo en una política que se ejerce con altura, respetando la diversidad de opiniones. En una política de ideas, de consensos, de patriotismo, de rigor, de vocación, de respeto por todos los ciudadanos.
Gracias a todos ustedes por leer estas palabras. Para mí no es más que un hasta luego.
Iván Duque Márquez
Autor del libro Pecados monetarios
ivanduquemarquez@gmail.com