No lo hago por ingenua o ilusa, sino a partir de un razonamiento que ojalá sea igual de evidente para la mayoría de los venezolanos.
Tras 14 años en el poder, lapso en el cual el petróleo venezolano pasó de 10 a 105 dólares, la gestión del Gobierno es paupérrima, y eso no es un invento de los ‘oligarcas’, sino que se siente, se ve y se oye.
En Venezuela, hoy la gente aguanta apagones, millones no reciben agua, hay un déficit de 2,5 millones de viviendas, los hospitales operan a la mitad, la corrupción es reina y el 90 por ciento de las carreteras están en pésimo estado. Tanto así, que casi cada semana se cae un puente.
Adicionalmente, y en un país con más de 200 años de reservas petroleras probadas, 4 millones de pobres se acuestan sin comer cada noche, y la inseguridad ha llegado a niveles tan altos, que hasta en las cárceles matan por un celular. Puedo seguir el listado, enumerando los problemas endémicos de abastecimiento en los mercados, la falta de generación de empleos formales por causa de una industria quebrada a punta de expropiaciones, y ni hablar del sistema educativo nacional, donde las escuelas se caen a pedazos.
Por lo menos debería irle bien a los rojos, pero curiosamente parece que a Chávez sus funcionarios y trabajadores de empresas estatizadas no le preocupan mucho. A ellos les deben sueldos y otras obligaciones en tal magnitud, que el Gobierno se tuvo que inventar unos bonos (Petrorinocos) para ‘pagarles’ los pasivos pensionales. El Observatorio Venezolano de Conflictividad Social, solo en agosto, registró casi 500 protestas en las calles y 26 huelgas de hambre, donde muchas venían de funcionarios públicos o sindicatos.
Y es todo esto lo que me convence de que los venezolanos, el que tiene poco o mucho, deben querer un cambio para que les dejen de echar tanta carreta y les dejen de vender con publicidad un país que no existe en la realidad. La campaña de Capriles, en un evento, llegó a leer más de 12 horas de promesas incumplidas de Gobierno actual, lo cual refleja la seriedad de la situación.
Con un panorama así, simplemente no veo cómo los venezolanos quieran darle 6 años más a un presidente que habla tanto y que tras 14 largos años no tiene mucho que mostrar. Por eso creo que Capriles gana. Porque representa no solo el cambio. No hay que ser socialista o ultra derecha, sino un gerente con ganas de trabajar y no de figurar. Capriles ya ganó la calle con los miles y miles de venezolanos que lo salen a recibir cada día. Ojalá ese entusiasmo no se deje asustar por las amenazas de guerra civil de Chávez y salga a votar masivamente por el cambio.
JOHANNA PETERS
CONSULTORA
