Al efecto, asistimos a un foro universitario convocado por una calificada universidad con la intención de rememorar la luctuosa fecha y discutir sobre un episodio que marca, sin duda, un ‘antes’ y un ‘después’ de nuestro pasado reciente.
Un rifirrafe de preguntas y respuestas, nos volvió a notificar que la juventud poco o nada sabe, ni le importa, lo que se denomina nuestra ‘historia patria’.
Sin exagerar, el balance de tal evento fue calamitoso permitiéndonos concluir que la juventud XX, más parece compuesta por marcianos o, por lo menos, por amnésicos habitando otro mundo.
Las excepciones confirman la regla.
Este vacío de conocimientos, siquiera de elemental información, se torna peligroso porque hace imposible que la nueva generación tenga conciencia real de dónde viene y para dónde va.
Nos sorprendió, sobre todo, la ignorancia, casi absoluta, sobre fechas de apenas ayer, que mucho han incidido en nuestro presente. Por ejemplo, no se tiene idea sobre el ‘Bogotazo’, las causas y consecuencias del asesinato de Gaitán. Tampoco del 13 de junio de 1953, cuando Rojas Pinilla asumió el poder, casi a la fuerza ante la destitución sorpresiva de Roberto Urdaneta Arbeláez, decretada por el presidente titular, Laureano Gómez.
Menos se tiene noticia del Frente Nacional y de su gran equivocación histórica al haber cerrado las puertas de la participación a quienes no fuesen liberales o conservadores.
En síntesis, un batiburrillo en el que se confunden o ignoran episodios en los que se intentó una verdadera ruptura con el statu quo: Revolución de los Comuneros, y el 9 de abril, con la separación o ‘pérdida’ de Panamá, y el litigio sobre limitación de áreas marinas y submarinas con Venezuela.
Ante tanta tiniebla, aprovechamos la oportunidad para que escucharan –¿quizá por primera vez?– algunos episodios relacionados con la masacre de los estudiantes el 8 y 9 de junio: por cierto, bautizo de sangre del proyecto político a la llamada Generación del Estado de Sitio, es decir, de quienes nacimos entre 1930 y 1945 y, por su consiguiente, vimos la luz, hemos vivido y, posiblemente, moriremos en estado de guerra no declarada.
No obstante su desinformación en estos eventos, se puede apreciar que la juventud, siempre y cuando los pénsums educativos lo faciliten, sí estaría interesada en conocer verbigracia las razones de ser de la guerrilla ‘más vieja del mundo’. Sobre la corrupción de doble vía, pública y privada, que hoy nos asfixia. Sobre la crisis ideológica y ética de los partidos tradicionales. Sobre ese 65 por ciento de nuestra población en estado de pobreza e indigencia. Sobre la frustración traída consigo por el sacrificio de los estudiantes hace medio siglo. Sobre la responsabilidad de los grandes poderes, nacional e internacionalmente, en la producción y consumo de la droga.