Tiempo atrás, desde el Ministerio de Gobierno vimos frustrados cómo Colombia, proclive siempre al enanismo, no tuvo el coraje de afrontar el compromiso de ser la sede del Campeonato Mundial de Fútbol. Llegamos muy cerca de lograr su financiamiento por parte del sector privado.
Por desgracia, pudo más la hipocresía populista, alegando que esos miles de dólares se requerían para aliviar los presupuestos de salud, educación y obras. Obvio, tal como lo sostuviera en la revista Consigna Enrique Santos, al fin no hubo ni hospitales, ni escuelas, ni carreteras, pero sí peculados por doquier.
Hablemos de fútbol, alelados –como confesamos estarlo– de sus raíces tipo Falcao, Messi, James y Cristiano. Hoy podemos afirmar que el balompié, dicho con algo de humor, tiene un origen ‘macabro’, pues, exactamente en 1070, cuando unos trabajadores ‘anglos’ que adelantaban unas excavaciones en Chesterton, encontraron un cráneo supuestamente danés que fue aprovechado en vía de revancha por las humillaciones recibidas.
Afortunadamente, alguien más imaginativo, oteando en la lejanía a la sociedad de consumo del siglo XX, hechó mano a una vejiga de vaca para resolver el problema de los descalzos.
También existen fuentes muy válidas que nos permiten hallar las raíces del fútbol en Roma, entre los legendarios de Escipión, Pompeyo y Julio César. Del mismo modo, dícese que se jugó antiguamente en China, con las bases de equipos de 8 jugadores y un solo tiempo de extenuantes 206 minutos sin gabelas de descanso.
Y no falta quien encuentre en el Japón milenario un fútbol rudimentario en el cual no importaba el número de jugadores y se permitía, sin odiosas ‘tarjetas rojas’, el uso de los pies y las manos.
Los orígenes del fútbol en América Latina se encuentran, según la revista Visión, en los juegos indígenas, que luego se fueron perfeccionando con los ingleses mediante la divulgación del cricket. Y agrega un dato espeluznante, que nos deja mal parados a sus descendientes: “antes de la llegada de Colón a Centroamérica, practicaban un juego parecido al fútbol que utilizaba como balón la cabeza del capitán del cuadro perdedor en el partido anterior”.
El siglo X marca el primer boom del fútbol, época en la cual se esparce por doquier, aunque con características ‘reglamentarias’ un tanto contradictorias.
Pero es bajo los Médicis cuando se ‘moderniza’, implantando técnicas y normas ordenadas que contemplaban hasta exigencias relacionadas con la indumentaria. La ‘Dimayor’ de la familia Médicis no perdió tiempo, o como todo lo suyo, impartió instrucciones cuya violación merecía sanciones severas. Continuará.
Jorge Mario Eastman V.
Exministro delegatario y exembajador de Colombia en Estados Unidos