Dijo el saliente presidente del Banco Central Europeo que en la actual crisis económica mundial “se han alcanzado los límites de lo que puede hacerse”.
Por su parte, la Directora del Fondo Monetario Internacional afirma que los instrumentos para enfrentarla se han reducido. Otros expertos hablan del agotamiento de tales instrumentos. En realidad, lo limitado, reducido o agotado es la visión dominante en la Economía: “un saber puramente experimental en el que predominan los instrumentos técnicos y econométricos, en un decidido propósito de convertir la Economía en una ciencia físico-matemática”. Lo que está en crisis es la visión constructivista de la economía.
Décadas atrás creímos que sólo era la insuficiencia de la política monetaria para diseñar el orden económico del pleno empleo. Entonces, decidimos prohibir las emisiones monetarias para financiarlo. En adelante, sólo tendrían credibilidad los bancos centrales independientes del Gobierno. Recientemente descubrimos otra arista: los gobiernos deben obligarse constitucionalmente a limitar sus déficit fiscales. Ambas medidas muestran la limitación, reducción o agotamiento del constructivismo económico vigente. Ciertamente, la actual moda europea de limitar los déficit fiscales se explica por los resultados de gobiernos que pretendieron construir el Estado del bienestar.
En su lugar, crearon una antípoda que demandó gastos superiores a la capacidad tributaria de los ciudadanos. Similar situación ocurrió con la prohibición de emitir moneda para financiar el pleno empleo. Si bien Keynes nunca lo propuso explícitamente, sus seguidores crearon inflación emitiendo moneda para promoverlo. Con el tiempo, la realidad hizo patente el error, porque inflación y desempleo competían al galope.
Como ahora, se impuso una verdad indiscutible: las emisiones monetarias se oponen al buen orden económico. La solución recomendada entonces por el monetarismo de Friedman, no atacó el verdadero problema: independizar la Banca Central sólo reasignó la función de construir el orden económico.
El monetarismo es keynesianismo ecléctico, afirman Dornsbusch y Fischer.
Sin duda, tanto para keynesianos como para monetaristas, la moneda es instrumento para construir el orden económico. La diferencia radica en quién puede usarlo. Mientras los primeros lo asignan a políticos y burócratas, los monetaristas están convencidos que sólo unos cuantos técnicos al frente del Banco Central son idóneos para manipular la moneda.
La realidad, sin embargo, nuevamente ha hecho patente el error, confirmando que el verdadero problema radica en el constructivismo económico: se imputa a los técnicos encargados de la banca central haber creado la actual crisis económica construyendo una burbuja inmobiliaria, utilizando la divisa como instrumento.
Así pues, aunque en Bruselas y Washington tecnócratas y políticos sigan oscilando entre keynesianismo y monetarismo, la realidad está denunciando la indigencia doctrinal de unos y otros. Una alternativa se vislumbró cuando la escuela austriaca propuso una visión de la economía centrada en la acción humana, y no en los instrumentos técnicos y econométricos. Más claramente dicho, enrraizar la economía en la oferta, de tal modo que se ocupe en desarrollar las capacidades humanas. Aún hay esperanza, porque Amartya Sen recibió el Nobel de Economía por haberlo entendido.