Las ideas colectivas son la base sobre la cuales se estructuran los cambios y las transformaciones sociales.
Estas van más allá de simples enunciados, son poderosas corrientes que arrasan con todo lo que les sea contrario –una vez aceptadas inconscientemente por las masas– y son esos motores cambiantes del mundo: percepciones y sentimientos, emociones son las que modifican la escala de valores, los patrones de conducta y las costumbres.
En suma son las que destruyen o edifican las bases de la sociedad y la supervivencia humana.
Existen unas nuevas ideas en auge desmedido, cuya mala interpretación y uso está llevando al mundo a un colapso moral, de valores y de sanas costumbres.
Una de estas ideas que gobiernan el inconsciente de las masas es la de reivindicar derechos bajo cualquiera de las formas posibles, es decir, a exigir de manera violenta, desmedida y primitivamente lo que se cree justo, sin importar sin con ello se cometen delitos, hurtos, daños en bien ajeno, se incendia, se acaba con todo a su paso.
Otra de las ideas es que los dirigentes políticos o empresariales creen que si las protestas son pacíficas no “pasa nada”, entonces tampoco se hace nada para resolver el inconformismo generalizado y atender sus intereses. Por consiguiente, se acrecienta la desmotivación y los sentimientos de represión y vulneración de derechos.
Así, bajo el nombre de idea colectiva de una libertad sin límites, el individuo hace y deshace desconociendo normas, leyes y la sensatez por el bien común y la convivencia, justificando su comportamiento por el solo hecho de decir que es libre de hacer lo que quiera.
Ganar dinero como sea es otra idea que se expande de manera vertiginosa.
En nombre de ello se defiende la creación de empresas criminales y cualquier actividad ilegal o acto de maldad y esclavitud, pues el propósito es ganar plata de cualquier forma, porque el sistema y la sociedad no ofrecen alternativas ni oportunidades diferentes.
Todas estas ideas colectivas hablan de cambios estructurales en las sociedades del mundo; son el reflejo de tanta corrupción pública y privada, la creciente pobreza y exclusión social, la violencia y la inseguridad, la sobrepoblación, de las crisis financieras, falsas ideologías, de la falta de gerencia y ética en la administración pública.
Pero lo importante es entender que se pueden crear nuevos y mejores valores que transformen el mundo, cuyas fuerzas sean tan superiores que permitan repensar el inconsciente de las masas, la conciencia de los individuos con funciones públicas o privadas, y prime una nueva ética tanto en gobernantes como en gobernados, ciudadanos, escuelas, universidades y empresas partícipes de la construcción de sociedad y que sumen en la dirección real y efectiva de mejores ideas colectivas del mundo.