He oído miles de veces que países como Corea del Sur y Singapur lograron, en términos de una generación, convertirse en sociedades desarrolladas, gracias a que hicieron de la educación una prioridad nacional. La mayoría de los colombianos ven estos ejemplos lejanos a nuestra realidad. Esta situación ha llevado a que se vea la mejora del sistema educativo y la calidad como una utopía. Algo lejano e inaplicable para el caso de Colombia.
Hace 3 años, el país tuvo una coyuntura positiva para la educación y muchos nos emocionamos creyendo que era un cambio estructural. La Fundación Compartir sacó un estudio muy influyente, denominado ‘Tras la Excelencia Docente’, que buscaba evidenciar la necesidad de tener docentes de alta calidad y bien remunerados. Fecode y los maestros fueron determinantes en la segunda vuelta presidencial. Junto con un grupo de ciudadanos, universidades y empresas que nos unimos para movilizarnos por el Pacto por la Educación. Lo firmaron 28 mil ciudadanos, 70 congresistas, todos los candidatos presidenciales, incluido el presidente Santos. Después, él fijó una meta para que Colombia fuera el país mejor educado de América Latina en el 2025, la volvió central en el Plan de Desarrollo 2014-2018 y nombró una ministra con peso político que lideró programas con la meta de mejorar calidad.
Aunque puntos fundamentales del Pacto por la Educación, como aumentar el gasto en educación al 7 por ciento del PIB, no se han cumplido, la discusión sobre la educación era palpable y se fue avanzado en las metas de mejoramiento de calidad, las Pruebas Saber mejoraron de forma significativa en el 2016 y aumentar la cobertura en educación superior.
Pero algo pasó en los últimos meses y ahora la educación no suena ni en los trinos del Presidente. Pasamos de tener titulares de avances, de medios preguntando y exigiendo, de ciudadanos inquietos a un silencio que ensordece. Que un tema suene es generalmente una buena señal de si a la sociedad y al Gobierno le importa.
La calidad y la cobertura de la educación siguen siendo una prioridad en las encuestas, pero la educación dejó de estar en la conversación de los influenciadores. Hace rato en el Senado no hay un debate para mejorar la educación, ningún medio hace ningún editorial contundente pidiendo resultados, los maestros duran en paro semanas y no hay cobertura mediática de la noticia, y los ciudadanos nos hemos venido quedando quietos.
Si queremos que la educación sea una herramienta para el desarrollo de Colombia, si buscamos que sea un medio para aprender la forma de solucionar conflictos de manera pacífica, si nuestro objetivo es preparar de la mejor manera a la siguiente generación de colombianos para que sean líderes y emprendedores, debemos volver la educación el centro de nuestras exigencias y trabajo como sociedad.
¡Dejar de ser los últimos en las pruebas Pisa es solo la satisfacción de un país mediocre! Tenemos que exigir y trabajar para que siga siendo la prioridad del Estado. Corea del Sur y Singapur se creyeron el cuento de que la educación podía cambiar el país y lo lograron. Colombia también tiene cómo hacerlo. Movámonos.
Estamos Cambiando el Mundo.
La educación pasó de moda
Hace 3 años, el país tuvo una coyuntura positiva para la educación y muchos nos emocionamos creyendo que era un cambio estructural.
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