Como se sabe, los resultados de Colombia en las pruebas Pisa en el 2012, el examen de calidad de la educación más importante del mundo, fueron desastrosos.
Un niño colombiano de 15 años tendría que estudiar 6 años más para tener las mismas habilidades matemáticas que un niño chino de su misma edad.
Ocho de cada 10 niños colombianos no son capaces de interpretar textos complejos, mientras que en Shanghái menos de 2 de cada 10 niños están en esa situación.
En un mundo globalizado, estamos poniendo en desventaja a las siguientes generaciones de colombianos y negándoles la posibilidad, no ya de liderar, sino incluso de ser partícipes dinámicos en los escenarios mundiales.
Parte del meollo es que la educación no es una prioridad para Colombia. La baja calidad de la educación, en especial en las zonas más pobres (incluidas las zonas rurales), perpetúa la desigualdad.
La igualdad de oportunidades sería un pilar fundamental para implantar una paz duradera y prosperar en el posconflicto.
Dicha igualdad de oportunidades implica que la oferta educativa equiparable sea de la misma calidad para todos.
Si queremos mejorar la calidad de la educación, hay que empezar por los profesores. Los hay excepcionales, pero un tercio de los que enseñan en primaria y una cuarta parte de los que enseñan en secundaria no tienen educación profesional, y, a juzgar por las pruebas Saber, la pedagogía no atrae a estudiantes de alto desempeño. Otras carencias críticas son: la escasa participación de las familias y comunidades en las decisiones en los colegios, el incumplimiento y la no implementación de normas y regulaciones, la baja inversión, la desarticulación de la atención a la primera infancia con el sistema educativo, el bajo nivel de inglés, las cortas jornadas de estudio, y la poca cobertura de la educación superior.
Las mejoras en educación no tienen efectos inmediatos. Sin embargo, nunca tendremos un país mejor en el mediano y largo plazo si no le metemos la ficha al sistema educativo y trabajamos por resolver las carencias mencionadas.
Aprovechando la coyuntura, un grupo de colombianos sin filiación política definida estamos proponiéndole al país un Pacto por la Educación.
El objetivo de este es que ciudadanos lo firmen y se comprometan –más allá de las diferencias ideológicas, políticas o sociales– a dar un viraje en la dirección correcta.
Los diez puntos que proponemos son: 1) La educación tiene que ser prioridad nacional. 2) El propósito de la educación es acabar con la inequidad y construir una sociedad democrática y en paz. 3) La calidad es lo más importante en una política para la educación. 4) Se requieren excelentes docentes para mejorar la educación. 5) La educación es el punto de integración de la familia, la comunidad, el Gobierno y la empresa privada. 6) Es preciso mejorar el control, la vigilancia y la rendición de cuentas de lo que se invierte en educación. 7) Hay que aumentar la inversión pública en educación. 8) Se debe entender la primera infancia como la base de todo el proceso educativo. 9) Se necesita un acceso más diverso, amplio e incluyente a la educación técnica, tecnológica y profesional. 10) Se debe hacer un seguimiento al cumplimiento de este pacto.
Se puede consultar el pacto en www.todosporlaeducacion.co, y lo invitamos a firmarlo y a hacer parte de esta apuesta por una Colombia educada.
Juan David Aristizábal
Profesor del Cesa