La última semana, un lugar recóndito donde nació el conflicto con las Farc –el más significativo de los últimos 60 años–, el Cañón de las Hermosas, ha sido protagonista de los principales titulares de los diarios nacionales. El legendario sitio, cuna de la guerrilla, está ubicado en la Cordillera Central, en la Región Andina colombiana, puesto sobre el departamento del Tolima y en los límites con el Huila y el Valle del Cauca. Los cascos urbanos más cercanos son los municipios de Planadas, Rioblanco y Chaparral, tal vez de los escenarios más golpeados por la violencia.
La razón por la que esta región, bañada por las macrocuencas del río Magdalena, se ha convertido en protagonista –a diferencia de años anteriores, cuando se le mencionaba por los ataques guerrilleros–, se debe a que ahora allí confluye un sofisticado sistema de proyectos productivos enmarcados, la mayoría, por los cafés especiales, y que buscan generar oportunidades para ese sector históricamente abandonado.
Tanto la cooperación internacional (con proyectos principalmente de Suecia y Alemania) como la presencia institucional del Estado, han puesto en la mira a la población rural de ese olvidado sur del Tolima. Para no ir tan lejos, el presidente Juan Manuel Santos estuvo allí reiterando la importancia de hacer presencia en las viejas zonas de conflicto como garantía de que la paz será sostenible y duradera.
Ese debe ser el modelo a aplicar en todo el territorio en esta nueva fase que comienza en Colombia. Hacer ‘tomas’ institucionales con presencia de la mayor oferta de bienes y servicios posibles del Estado para contribuir al mejoramiento de la calidad de vida de la gente. La población reclama empleo, acceso a la educación y salud de calidad (por supuesto, seguridad también) con carácter de urgencia. No da espera la situación en departamentos con complejidades sociales como La Guajira, o el Chocó, que demandan una emergencia económica que estimule la lluvia de programas sociales del Estado.
Para nadie es un secreto que entre más rápido lleguen las instituciones con sus ofertas a las poblaciones rurales más fuertes serán las bases sobre las cuales se construye la paz con las Farc y, desde luego, con el Eln. Entre el listado de causas del conflicto armado reciente, está la falta de oportunidades, la desigualdad y el sentimiento de desesperanza de un ciudadano que no encuentra en el Estado un apoyo para salir adelante. Este nuevo país debe ser el que les brinde a los jóvenes las posibilidades de estudiar y salir de la trampa de la pobreza.
Jamás será un mal negocio haber apostado por el camino negociado, pero el hecho es que ese buen resultado depende no tanto de la firma realizada, sino de lo que sigue en esta nueva etapa del país. Se trata de la capacidad que tendremos como sociedad para perdonar, el Gobierno para brindar oportunidades a la población vulnerable y las Fuerzas Armadas para continuar manteniendo la seguridad que hoy hemos logrado. Por donde se le mire, el futuro resulta prometedor.
Juan Manuel Ramírez Montero
CEO Innobrand
j@egonomista.com
Paz: ¿y ahora qué sigue?
Entre más rápido lleguen las instituciones con sus ofertas a las poblaciones rurales más fuertes serán las bases sobre las cuales se construye la paz.
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