MARTES, 16 DE ABRIL DE 2024

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Juan Manuel Ramirez M.
Columnista

Hacia la industria 4.0

La Cuarta Revolución Industrial se diferencia de las anteriores por el componente de conectividad e interacción entre personas y máquinas.

Juan Manuel Ramirez M.
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Juan Manuel Ramirez M.

En 2016, Klaus Schwab, recordado por ser uno de los fundadores del Foro Económico Mundial, afirmó que la enorme revolución digital de la cual hemos sido testigos desde hace unas tres décadas, y que ha permitido la automatización de procesos, la mayor eficiencia de las actividades económicas, la sistematización de los procesos productivos, el comercio electrónico e incluso los avances biotecnológicos se ha transformado en una nueva era de avances asociados a la robótica, la inteligencia artificial, el Internet de las cosas, la nanotecnología, la computación cuántica, la impresión 3D y los vehículos autónomos.

El experto recuerda que mucho antes de la denominada revolución digital, hacia los siglos XVIII y XIX, el mundo vivió una primera Revolución Industrial con gran auge en Europa y Norteamérica, en la cual las sociedades agrarias y rurales comenzaron a transformarse en industriales y urbanas.

De manera progresiva, las industrias del hierro y de los textiles, junto con el desarrollo de la máquina de vapor generaron una nueva dinámica que impulsó el crecimiento acelerado de la economía global y cambió para siempre las formas de convivencia de la sociedad.

Posteriormente, hacia los siglos XIX y XX, comienza una segunda Revolución Industrial justo antes de la Primera Guerra Mundial que se convirtió en un período de crecimiento astronómico para las industrias que ya existían y la expansión de otras nuevas como el acero, el petróleo y la electricidad, y el uso de energía eléctrica para crear la producción en masa. De este periodo surgieron avances importantes como el motor por combustión, el teléfono o el bombillo.

En pocas palabras, Schwab habla del comienzo de una Cuarta Revolucion Industrial que difuminó la línea entre lo físico y lo virtual. Un panorama en el que todos los objetos están interconectados con las personas a través de sus datos para hacer predicciones, tomar decisiones de manera automática y contribuir a solucionar problemáticas sociales de la vida cotidiana.

Por supuesto que todo ese panorama tiene seguidores y contradictores: de una parte están los que ven amenazada su intimidad, la protección de sus datos e incluso ven reducido el tiempo de interacción con otras personas.

Sin embargo, en otra barrera, están los que consideran que este es un destino irreversible al cual el ser humano y sus procesos productivos debe adaptarse para sacar provecho.

Esta Cuarta Revolución Industrial en la cual estamos inmersos tiene una marcada diferencia de sus tres periodos anteriores básicamente por un componente de conectividad e interacción entre las personas y las máquinas.

Todo este ecosistema de avances representan un gran potencial en la medida que contribuye a la resolución de conflictos globales, eficiencia en las comunicaciones, transformación de las dinámicas laborales y sociales y, por supuesto, oportunidades de negocios.

Ante una transformación tan radical de los procesos productivos, el Foro Económico Mundial ha empezado a preguntarse cómo la sociedad puede dominar todos estos avances y aprovecharlos para su propio bienestar.

La respuesta deben darla los Gobiernos que son los que deben montarse en el tren de las nuevas tecnologías para remplazar las economías tradicionales sustentadas en materias primas por aparatos económicos que generen valor. De ahí la importancia de invertir en educación, ciencia y tecnología e impulsar el emprendimiento.

Juan Manuel Ramírez
CEO de Innobrand / j@egonomista.com

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