Llegó la hora de que los candidatos presidenciales profundicen sus propuestas en lo económico, teniendo en cuenta que ese será un aspecto que marcará la agenda de los próximos años, y en un momento en el que el tímido crecimiento –en todo caso, superior a otros países de la región– está generando incertidumbre entre empresarios e inversionistas que reclaman medidas urgentes para estimular la economía. Ese es un tema fundamental que resolverá la sostenibilidad de las principales políticas sociales del país e incluso la durabilidad del proceso de paz (que tiene bastantes compromisos económicos).
Por esa razón, contrario a lo planteado por Bloomberg hace unos días, un alivio tributario justificado en un aumento de la base gravada, una política industrial y mayores controles a la evasión de impuestos pueden contribuir enormemente al aumento del recaudo, que ha resultado una debilidad en las cuentas del Estado. No extraña encontrar reconocidos y prósperos negocios en Bogotá que, aunque deberían ser Régimen Común y facturar IVA, se valen de artimañas para escudarse en el Simplificado. Es necesario que se brinden estímulos a la innovación y la generación de valor agregado en las industrias para enfrentar la dependencia de las materias primas y que nuevamente se establezcan medidas para consolidar al sector turístico como un motor de crecimiento económico.
No debe sorprender que mientras los sectores de construcción y vivienda registran decrecimientos, el renglón agropecuario ha llegado a ascender en 7 por ciento en los informes recientes del Dane, principalmente impulsado por el café y el arroz.
Imagínense, si se estimulara el crecimiento de la agroindustria con procesos tecnificados y mayores oportunidades en acceso al sector financiero. Ese programa de incentivos, con un presupuesto más generoso para las actividades agrícolas permitirá que Colombia se convierta en un abastecedor de alimentos a nivel internacional.
Será inevitable una reforma tributaria para alcanzar todos estos logros, que corrija las deficiencias de las dos anteriores y no asuste a los empresarios con una dinámica distinta a nivel internacional. Probablemente, en los próximos años el precio del petróleo se estabilizará sobre los 55 dólares, mientras tanto, Colombia avanzará en la diversificación de una balanza comercial en rojo que, con menos costos en transporte y tecnología, podría ponerse a favor. Grandes desafíos en lo que refiere a los mercados internacionales.
Ni alargar la edad de pensión ni bajar el salario mínimo, y menos transformar las pensiones obligatorias resultan propuestas serias de candidatos. Una lucha frontal contra la corrupción, ampliar la base gravada y reducir la evasión son medidas suficientes para superar el déficit presupuestal del Gobierno Nacional.
Y un tema que el próximo presidente no puede dejar de mirar son los niveles de cartera o endeudamiento de los colombianos, con una relación directa con el sector vivienda. Aunque hace bien el Emisor en bajar las tasas de interés para generar oxígeno a la economía, preocupa que la morosidad en los pagos por parte de los ciudadanos, siga creciendo. Esa será una burbuja que no se puede dejar estallar.