A un año de las elecciones presidenciales, la desigualdad sigue siendo un tema poco tratado por la mayoría de los precandidatos y que tiene toda la relevancia cuando de comprender las expectativas de los electores se trata. Si se analizaran los discursos de varios de quienes se han lanzado a las aguas electorales se podría concluir que, por alguna razón, las acciones contra la desigualdad han sido parte de la agenda permanente de los grupos políticos identificados con ideas de izquierda; un ingrediente que con un poco de populismo puede terminar en un coctel muy peligroso para una democracia como la nuestra.
En Latinoamérica, según el Coeficiente de Gini (que mide la distribución del ingreso en términos de desigualdad de 0 a 1), Colombia sigue perdiendo la lucha contra la desigualdad. Ese indicador nos ubica en 0,51 con un nivel muy superior a otros países como Uruguay, 0,41; Nicaragua, 0,45; Venezuela, 0,44; Perú, 0,45; Argentina, 0,43 y Bolivia, 0,46. Por supuesto que no somos los peores en América Latina, Brasil ronda el 0,52 y Honduras, el 0,57. Para ilustrar mejor el panorama de la desigualdad en el mundo, Canadá tiene un Índice de Gini de 0,33 y en Europa, países como Finlandia, Suecia y Noruega no superan el 0,26. En pocas palabras, el Gini mide la mayor o menor diferencia entre la desigualdad de ingresos en una región, lo que representa un enorme desafío para los gobiernos.
Y hay que destacar que Colombia, en todo caso, le ha venido ganando la lucha a la pobreza lo que no significa necesariamente una victoria en materia de desigualdad pero sí una contribución. Según el Dane, la pobreza multidimensional cayó 2,4 por ciento en 2016 ubicándose en 17,8 por ciento frente al 20,2 por ciento que registraba en 2015; esto significa que en la última década 5.133.000 de personas salieron de la pobreza multidimensional.
Por su parte, en 2016, el 28 por ciento de los colombianos estaba en condición de pobreza monetaria, lo cual representa una variación de 0,2 puntos porcentuales frente a 2015 cuando fue 27,8 por ciento. Lo anterior quiere decir que si se mide la pobreza a partir de diferentes variables, no solo por nivel ingresos, se percibe una disminución.
Así las cosas, los precandidatos presidenciales deben incluir con toda la urgencia en sus agendas de política pública medidas contundentes para enfrentar los generosos índices de desigualdad y consolidar la reducción de la pobreza con acciones estructurales que garanticen una mejora clara en las condiciones de vida de los colombianos.
Para nadie es un secreto que Colombia ha impulsado un crecimiento enorme de su clase media pero aún quedan desafíos muy claros en términos del crecimiento de ingresos, el acceso a bienes y servicios públicos y la transformación del mercado laboral que sigue recibiendo presiones del aparato informal creciente. Esas deben ser las preocupaciones de las campañas políticas que por estos días se apoderan de la opinión pública.
Desigualdad en campaña
A un año de las elecciones presidenciales, la desigualdad sigue siendo un tema poco tratado por la mayoría de los precandidatos.
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