Aunque el Gobierno seguirá siendo mayoría en el Congreso, la oposición representada por el ‘uribismo’ hará todo lo posible para torpedear la agenda legislativa del presidente Santos.
Ahora que se cumplieron las elecciones legislativas, comienza en realidad la carrera por la Presidencia de la República, en la que –teniendo en cuenta los resultados de los partidos de La U, Liberal, Cambio Radical, Opción Ciudadana (antiguo PIN) y buena parte del Conservador– es muy probable que se reelija al presidente Juan Manuel Santos. Y puede que la gobernabilidad esté asegurada en términos generales por cuenta de las cifras, pero la realidad es que no va a ser fácil para el Gobierno Nacional adelantar su agenda legislativa con más de 20 voces realizando observaciones y objeciones a cuanto proyecto de ley se quiera presentar.
Para el Congreso, los próximos cuatro años serán tan intensos como las reformas a la justicia, salud y educación, las contrarreformas a las regalías y tributaria, y la constitucional, que se ha mencionado desde el Ejecutivo en los últimos meses de campaña. Lo anterior como para no mencionar el respaldo que el Legislativo deberá darle a los diálogos de paz que se llevan a cabo en La Habana. Aquí hay otro tema clave en el cual es probable que se concentren los debates de la oposición y con el que es posible que difieran con el Gobierno.
En ese sentido, lo que está en juego es la gobernabilidad necesaria para completar la tarea de los últimos cuatro años y la capacidad del presidente Santos de demostrarles a los colombianos que el país no va por el camino equivocado y que, por el contrario, lo que se viene es un acuerdo de paz y el comienzo de una estrategia efectiva que apunte a la superación de grandes fenómenos como la pobreza, la desigualdad, la desnutrición, la falta de oportunidades y el mejoramiento de la calidad de vida tanto en el campo como en las ciudades.
Entre los demás candidatos, salvo el caso de Óscar Iván Zuluaga, no es mucho lo que podría suceder. Para el caso Conservador, si bien se convirtió en una de las principales fuerzas del país hay que reconocer que una buena parte es santista; y en el caso de la izquierda, lo que hay es una serie de grupos atomizados que tienen una polarización casi tan fuerte como la de la curiosa alianza entre el Movimiento Progresistas y el Partido Verde. Lo demás es unidad nacional y preocupación por ganar en la primera vuelta.
Llama la atención que, en medio del desorden en Bogotá, el alcalde Gustavo Petro esté considerando invitar a sus seguidores a elegir el voto en blanco para las presidenciales. Una actitud que podría calificarse como egoísta y que no contribuye con el fortalecimiento de la democracia como él mismo denomina al ejercicio de salir a votar. En todo este camino, a la larga, lo que realmente puede resultar preocupante es la gobernabilidad del país, porque el resto –como en el Congreso– es muy probable que avance sin mayores sorpresas.
Juan Manuel Ramírez
Consultor privado
@Juamon