Es pertinente resaltar la importancia de dos declaraciones recientes del Ministro de Hacienda sobre la conducción de la crisis. Por una parte, considera que el endeudamiento actual del Estado es algo necesario, pero puede ser superado con el crecimiento de la economía.
Por otra parte, alerta sobre la necesidad de evitar excesivo riesgo de las entidades financieras puesto que trabajan con los recursos del público y no se puede sumar a esta crisis una crisis financiera.
El gobierno ha venido utilizando gradualmente distintos tipos de recursos como la emisión de títulos de largo plazo, la capitalización del Fondo Nacional de Garantías, recursos que tenían otros propósitos en una coyuntura diferente, la utilización creciente y afortunada de recursos provenientes de la banca multilateral, entre otros. También se flexibilizó la Regla Fiscal y probablemente el endeudamiento de Colombia pueda llegar a niveles cercanos al 60% del PIB según la duración de la pandemia.
El Banco de la República ha suministrado liquidez a entidades financieras y a empresas del sector real, ha propiciado operaciones de cobertura frente a la situación cambiaria y aseguró un crédito contingente con el Fondo Monetario Internacional, entre otras medidas.
Todo lo anterior, es clave para ganar la carrera de suficiencia requerida en los servicios médicos, pero en todos los países ha tenido un costo enorme en términos de empleo y crecimiento. Algunos plantean que todos somos keynesianos en esta época, pero la sobrevivencia es solo una condición para impulsar desde el Estado proyectos con efecto duradero.
La reflexión de esta columna se refiere a la gran oportunidad que tiene el país de corregir la ruta de largo plazo que la pandemia ha dejado al descubierto: ¿cuál es el tipo de crecimiento que debemos generar superada la crisis?
Por el lado macroeconómico, no es posible aún definir reglas sostenibles en materia fiscal, pero llegará el momento, y el espacio requerido deberá tener en cuenta el desarrollo productivo, la sostenibilidad y la política social.
Colombia deberá encontrar el tipo de productos que lo haga competitivo en el largo plazo sin las amenazas cambiarias y es muy oportuno que se haya convocado una Misión de Internacionalización. La agricultura de todos los tamaños puede tener un gran futuro, así como nuevas ramas y también algunas tradicionales de la industria. El tema de bienes públicos en los que se ha insistido en esta columna es imperioso desarrollarlo.
El país inició hace varios años una nueva ruta hacia las energías no convencionales y la sustitución gradual con reducción de carbono es una tarea clave dentro del nuevo desarrollo productivo. El 2019 mostró el potencial que tiene Colombia en el turismo no convencional cuando las condiciones de paz mejoran. Pero este tema tendrá que esperar.
La coyuntura dejó al descubierto los niveles de desigualdad de nuestra sociedad y los programas sociales de hoy deben ser complementados con instrumentos eficaces como una reforma pensional, algún seguro de desempleo y la discusión del ingreso mínimo garantizado.
Luis Alberto Zuleta J.
Consultor empresarial.
zuldezub@lzuletaj.com.co