Por estos días, los analistas evalúan el primer año del Gobierno Santos con resultados muy positivos, que hacen énfasis en el grado de inversión obtenido por la economía colombiana y la buena situación de las principales variables económicas en la coyuntura.
Colombia ha efectuado una administración macroeconómica acertada en los últimos años, basada en el manejo por parte del Banco de la República de las variables de su competencia (política monetaria y cambiaria).
Esto viene acompañado del excelente desempeño del sector financiero.
La coyuntura actual se caracteriza por condiciones de crecimiento económico razonable (4,3% en el 2010 y 5,1% en el primer trimestre), inflación hasta el momento controlada y tasa de desempleo ligeramente a la baja (11,1% en diciembre del 2010 y 10,9% en junio del 2011).
Pero el entorno internacional se caracteriza por una altísima volatilidad producida por el nerviosismo de los mercados frente a la incertidumbre de la solidez de la recuperación de la economía americana y los problemas de deuda de varios países europeos.
El Gobierno ha aportado buenas dosis de solidez a las reglas del juego de la política económica con la aprobación por parte del Congreso de las leyes de regalías y regla fiscal.
En este contexto se inicia una discusión muy pertinente en Colombia sobre la forma de amortiguar los efectos de los problemas de la economía internacional sobre la colombiana y las condiciones requeridas para garantizar un crecimiento sostenible y creciente en el mediano plazo.
Los empresarios colombianos han ajustado en buena medida las condiciones de la reducción de la demanda de Europa, EE. UU. y algunos de nuestros vecinos latinoamericanos, iniciando un proceso de diversificación de mercados hacia países asiáticos y otros de la región de mejor desempeño, y aprovechando las oportunidades de una economía doméstica más sólida.
Sin embrago, es necesario que Colombia realice los ajustes estructurales que se requieren para poder asegurar un crecimiento económico sostenible de niveles de 6% y no del 4% sin recalentamiento de la economía. La capacidad utilizada se encuentra por el orden de 70% y el consumo de los hogares sigue siendo muy pujante, induciendo una demanda dinámica que no puede ser sostenible indefinidamente sin ajustes estructurales.
Para romper las restricciones estructurales del mediano y largo plazo se requiere hacer realidad algunos elementos críticos ya introducidos en el Plan de Desarrollo de este Gobierno como: 1) las autoridades deben velar por minimizar la amenaza de la enfermedad holandesa inducida por la bonanza de hidrocarburos y minerales, aprovechando los nuevos instrumentos aprobados por el Congreso; 2) es fundamental que los planes de infraestructura que se requieren para el desarrollo de la competitividad se lleven efectivamente a cabo, incluyendo obras de mediano plazo necesarias para prevenir los efectos nocivos de los desastres invernales, y 3) es esencial continuar el proceso de desarrollo de capital humano en materia de salud, pensiones y calidad de la educación, incorporando las normas sobre flexibilidad laboral y el financiamiento de los beneficios parafiscales.
Lo anterior indica que en una coyuntura económica y política propicia para seguir avanzando en reformas de mediano plazo, es preciso seguir construyendo sobre lo construido.