Un análisis superficial del sector de licores en Colombia puede ser engañoso y equivocado. La verdad es que, a pesar de que existen varios oferentes y una demanda estable, el mercado de bebidas alcohólicas en el país está lejos de poder ser calificado como competitivo, y no proyecta una industria sostenible en el largo plazo. Las distorsiones que hoy presenta el mercado son un obstáculo para la maximización de las potenciales ganancias de todos sus agentes, en especial para las licoreras departamentales, y de los recaudos de los departamentos.
Las condiciones del mercado hoy no solo restringen su tamaño y limitan los niveles de recaudo, sino que inducen a comportamientos ilegales. Un mercado afectado en su tamaño por barreras de acceso, como resultado de un manejo antitécnico del monopolio que reduce la oferta y un esquema tributario que discrimina los licores según su procedencia, ha generado, sin proponérselo, condiciones que incentivan el contrabando, la adulteración, la evasión y la elusión.
Es importante precisar que el contrabando no solo se da en los licores importados, se está reproduciendo en el aguardiente a nivel departamental, como consecuencia de las barreras que imponen los departamentos al ingreso de productos de otras licoreras a su territorio. Más preocupante aún son los altos niveles de adulteración del producto nacional y el importado, generando un problema de salud pública que merece atención inmediata.
Los verdaderos enemigos del aguardiente, y de los beneficios que para los departamentos debe significar el monopolio rentístico, son las mafias de contrabandistas y adulteradores y los evasores. Para combatirlos, debemos desincentivar el delito, y para ello es imperativo visualizar las oportunidades que se derivan de regular el monopolio rentístico, que, tal y como está hoy, ha generado un mercado distorsionado.
Hace varias décadas, el proteccionismo era la fórmula para estimular las economías internas y asegurar los niveles de recaudo, pero los tiempos han cambiado y hoy el consumidor reclama mercados en los que no existan barreras que restrinjan artificialmente la oferta. La dinámica del mercado exige innovación y visión de futuro, y, en este nuevo contexto, las licoreras tienen un prometedor camino que recorrer para ubicar nuestro aguardiente, en el futuro cercano, en el escenario de competitividad global que todos deseamos.
La propuesta incluida en el proyecto de ley del Plan Nacional de Desarrollo 2014 - 2018, es la oportunidad para que el aguardiente siente las bases de un sólido liderazgo de mercado, aumentando así el ingreso de todos los departamentos. La preferencia de los colombianos por este producto es y continuará siendo mayoritaria. Son muchos los factores culturales de gran arraigo entre los consumidores colombianos con este licor, que ningún cambio regulatorio podrá afectarlos.
El gran propósito es que el mercado legal crezca, que se desestimulen las conductas ilegales, y que la consecuencia sea un aumento en el recaudo de los recursos destinados a financiar la salud y la educación. Un mercado moderno, con reglas claras, transparentes y equitativas, beneficiará al país, a las licoreras, a los departamentos, a los importadores, a los distribuidores y a los consumidores.
Dejar el mercado de licores en su forma actual, únicamente le conviene a los actores ilegales, que se han beneficiado por años del sistema y quienes son los verdaderos enemigos del aguardiente.
Luis Guillermo Vélez
Asesor de Acodil