Como consecuencia de las ideas del Consenso de Washington, de que el Estado era un mal administrador, por medio de la Ley 7 de 1991 se ordenó la liquidación de Proexpo y la creación de dos organismos nuevos y distintos: Bancóldex, al cual se le dio la función del financiamiento a las exportaciones, y Proexport, que se ocupó de promoción no financiera de las mismas. Con esta división se buscaba poder vender al banco de desarrollo al sector privado, dejando en él la parte financiera que producía utilidades, y pasando las actividades de fomento, que solo producían gastos al segundo organismo para que siguiera funcionado, con base en un fideicomiso que se creó con recursos aportados por Proexpo.
A pesar de estos cambios, la compra de Bancóldex no fue atractiva para el ramo privado y durante estos años ha funcionado como banco público de segundo piso. Ahora, la entidad está adelantado un plan de transformación que comprende la búsqueda de nuevos socios para aumentar su capital, con el fin de ofrecer a los interesados nuevas oportunidades de financiamiento en nichos desatendidos. Hoy, el banco está orientado a la oferta de recursos, que son canalizados a través de intermediarios financieros (banco de segundo piso), y la meta es convertirlo en banco de primer piso, basado en la demanda y en las necesidades de las regiones.
El proceso de consecución de un socio privado no es fácil, porque su participación en el capital de Bancóldex está en función directa con la rentabilidad que pueda recibir de su inversión y no necesariamente de los planes de transformación del banco, que son de servicio público. En estas circunstancias pueden presentarse dos situaciones: que el socio o los nuevos accionistas tengan más del 50 por ciento del capital del banco o que posean un porcentaje menor.
En el primer caso, resultaría viable obtener la capitalización pretendida, ya que se entregaría el control a ese o esos socios estratégicos, pero muy seguramente su vocación de servicio sería diferente a la existente: 1. No otorgaría crédito preferencial a muchas de las empresas que actualmente gozan del mismo (microempresas, pymes, entre otros). 2. Las tasas de descuento serían mayores, buscando más rentabilidad en la operación, pues el último balance de Bancóldex muestra un rendimiento bajo frente a las entidades del sector financiero. 3. La composición de la junta directiva no tendría la mayoría del Gobierno.
En el segundo, al no tener los privados el control del banco para imponer sus políticas, es difícil que acepten su participación como accionistas. Par aumentar su capital, mejor podría pensarse en entidades financieras internacionales de fomento, como el Banco Interamericano de Desarrollo, la Corporación Financiera Internacional o el Banco de Desarrollo de América Latina.
Si el Gobierno no entrega el control o establece un esquema de gobierno corporativo fuerte, como se hizo con la Financiera de Desarrollo Nacional, es poco probable que logre la capitalización pretendida, repitiéndose la historia de los años noventa. Entre las nuevas prácticas de gobernanza, podría pensarse en la participación de un mayor número de miembros independientes en la junta directiva y la toma de decisiones a través de mayorías calificadas.
Manuel José Cárdenas
Consultor internacional
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