Escribíamos en el año 2010, que de las cinco locomotoras propuestas por el presidente Santos para impulsar la economía (infraestructura, innovación, vivienda, agricultura y minería), al concretar estas propuestas en el plan de desarrollo –que el Gobierno debía presentar a la aprobación del Congreso– se debía dar importancia especial a la innovación y el conocimiento –crecimiento inteligente– para enviar un mensaje más claro de la estrategia que se proponía al país.
En este orden de ideas, considerábamos necesario precisar más el alcance de la propuesta de destinar el 10 por ciento de las regalías que van del Fondo Nacional de Regalías a la ciencia y la tecnología. Considerábamos que dentro de la sociedad del conocimiento, lo importante no era estimular unos sectores en particular, como la industria, la agricultura o la minería, sino a todos aquellos subsectores que se puedan beneficiar de las nuevas tecnologías de la información para darles un mayor valor agregado y ponerlos en capacidad de competir internacionalmente. Para cumplir sus promesas, el gobierno se comprometió a aumentar el presupuesto de I+D del 0,2 al 1 por ciento del PIB, y el presidente selló su promesa con un cheque simbólico por este valor.
La realidad es que estas promesas nunca se cumplieron de la forma anunciada. Si bien es cierto que se modificó la ley de regalías para destinar el 10 por ciento a ciencia y tecnología, se politizó el sistema al establecer un mecanismo regional para la distribución de los recursos. Año tras año, se fueron reduciendo los recursos de Colciencias, hasta el punto que en el proyecto de presupuesto para el 2018, el gobierno ha tomado la decisión de reducirlos en 40 por ciento y ha presentado un proyecto de ley por la vía de fast track para usar 1,3 billones de los 2,7 billones de los recursos de las regalías para financiar vías terciarias. El hecho, lamentable, es que seguimos con una inversión en I+D del 0,2 por ciento del PIB, apenas el 10 por ciento del promedio de los países más avanzados.
Como lo han puesto de presente en otro medio varios rectores universitarios, sin un apoyo financiero adecuado a la innovación se pone en riesgo objetivos claves del futuro del país para aumentar la competitividad y pertenecer a organizaciones como la Ocde, cuyos miembros son innovadores natos y generadores de nuevo conocimiento a través de la inversión en ciencia y tecnología. Así, va a ser muy difícil abandonar estrategias de crecimiento basadas en los commodities o bienes básicos y apostarle seriamente a la economía del conocimiento, o a la economía digital, como se le conoce ahora, buscando nuevas alternativas de progreso y competitividad.
Finalmente, hay que tener en cuenta que los problemas de innovación no se resuelven solo solucionando asuntos de investigación científica, en cabeza de Colciencias, sino de todos los sectores que forman parte del Sistema Nacional de Competitividad e Innovación, que comprenden también la investigación aplicada (MinCit, iNNpulsa y Fontur), las TIC (Mintic y sus fondos para cerrar la brecha digital y profundizar esta economía) y los programas de formación profesional, innovación y desarrollo tecnológico para las empresas (Sena). El enfoque debe ser integral.
Manuel José Cárdenas
Consultor internacional
emece1960@yahoo.com
Cenicienta de la innovación
Los problemas de innovación no se resuelven solucionando asuntos de investigación científica sino de todos los sectores del Sistema Nacional de Competitividad e Innovación.
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