Se ha considerado que las instituciones, conjuntamente con la geografía y el comercio internacional, son los tres determinantes que explican las diferencias de crecimiento entre los países ricos y los países pobres. Aunque están estrechamente ligados entre sí, Dani Rodric (2004) le da gran importancia al primero, al sostener que “una vez el marco institucional es el adecuado, debemos preocuparnos mucho menos por la escogencia de los elementos de política pública”.
El hecho es que las mejores instituciones y la mayor protección de los derechos de propiedad aumentan la inversión y fomentan el progreso tecnológico. Esto es lo que no hemos logrado en Colombia. No existe en hoy una Política de Desarrollo Productivo (PDP) que este articulada al más alto nivel institucional, que cubra y coordine los diferentes instrumentos y esfuerzos que deben adelantar múltiples actores en el marco de la misma, a nivel nacional y regional.
Hasta la aprobación del último Plan de Desarrollo, la falta de capacidad articuladora de la PDP se reflejaba, en la existencia de dos estrategias separadas, la de Desarrollo Productivo (SNCeI) y la de Ciencia, Tecnología e Innovación (CTeI). Aunque en el plan se hizo un esfuerzo por conectarlas, no queda claro cuál es el eje articulador, lo que conduce a diversas duplicidades que generan confusión. Además, no se ha hecho un esfuerzo serio para colocar a este nivel el programa de las tecnologías de la información y las comunicaciones, conocido como plan Vive Digital.
Por otro lado, la falta de articulación se refleja en las agendas sectoriales, como es el caso de los servicios, industria, minería y agricultura, con el Programa de Desarrollo Productivo, manejado a través del Sistema Nacional de Competitividad e Innovación. Si bien es importante dar a cada ministerio la responsabilidad para liderar el desarrollo de los sectores que les competen, para que el PDP sea efectivo, también es clave que los esfuerzos por parte de cada uno de las carteras se articulen explícitamente bajo la PDP. De lo contrario, estos esfuerzos aislados terminarán, en el mejor de los casos, siendo ineficientes por falta de coordinación o, en el peor, implementando programas que se contradicen entre sí. A ellos hay que agregar que dentro de cada ministerio existen programas que se duplican, como ocurre con el Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural. Simultáneamente, con la Misión para la Transformación del Campo, existe un programa para sustitución de importaciones agrícolas, los compromisos derivados de los acuerdos de La Habana y los convenios con la llamada ‘Dignidad Agropecuaria’.
Finalmente, la falta de articulación de la PDP se manifiesta en su desconexión con las estrategias regionales. Si bien en el Plan de Desarrollo se ha dicho que “las regiones son las líderes de las estrategias de desarrollo productivo” y que se busca una especialización inteligente, de acuerdo a las vocaciones productivas de las regiones, no existe una clara conexión entre ellas.
Ahora que se están revisando varios documentos Conpes para actualizar las Políticas de Desarrollo Productivo, Ciencia Tecnología e Innovación, y para tener en cuenta las exigencias de la Ocde al respecto, valdría la pena que se analizaran cuidadosamente los aspectos instituciones anteriormente planteados.
Manuel José Cárdenas
Consultor internacional
emece1960@yahoo.com