Jean Monnet fue una de las mentes más fructíferas y uno de los hombres más influyentes del siglo pasado, aunque nunca ocupó cargos públicos.
Su inteligencia estuvo siempre al servicio de las ideas. Su talento consistía en hacer verlas, al igual que sus conceptos a quienes estaban en el poder, para que los pusieran en práctica. Es reconocido como uno de los padres de la integración europea, aunque se olvida que en 1944 realizó otra brillante gestión al hacerse cargo del Plan de Desarrollo y Modernización de Francia, el cual logró revitalizar la economía francesa y reconstruir el país después de la guerra.
Esta gestión se basaba en la creación de una serie de comisiones destinadas a estudiar varios temas económicos. Deberían estar integrados por empresarios, trabajadores, expertos independientes y funcionarios gubernamentales, bajo la presidencia de la comisaría del plan a su cargo, para transformar las iniciativas que surgieran de ellas en decisiones de gobierno.
A pesar de los sucesivos cambios de administración, y quizás a la debilidad de los mismos, las recomendaciones que formulaban los planificadores lograron mantenerse con éxito a través del tiempo. Para llevar a la práctica las iniciativas que surgían, se contó con el respaldo financiero del Plan Marshall. Además, para asegurar este poder e independencia entre el gobierno, Monnet logró que la comisaría dependiera directamente del primer ministro, para que su dirección y recomendaciones no fueran limitadas por los jefes de cartera.
Teniendo en cuenta el retraso en que están los sectores productivos de Colombia, el cual no se limita a la industria, sino al hecho de que no se ha tomado plena conciencia de la necesidad de pasar de un modelo de desarrollo industrial a uno posindustrial, es oportuno pensar si no podría establecerse en el país un modelo similar que le permitiera salir de la actual encrucijada. En realidad, la idea de crear comisiones especializadas no es nueva. En el pasado han existido los Programas Sectoriales de Desarrollo Industrial y el mismo Programa de Transformación Productiva, que buscan cumplir con estos objetivos; pero, en la práctica, ellos han ocupado una situación marginal en los planes de desarrollo y no han constituido el centro de los mismos.
El país debe enfocarse en cambiar su estructura productiva a una que le permita, a su vez, modificar la oferta exportable, aprovechar los nuevos mercados que surgen de los tratados de libre comercio e incorporarse a las cadenas de valor. Ello implica la adopción de políticas sectoriales activas, que establezcan prioridades en la atracción de inversiones y en la definición de los sectores que con más énfasis va a desarrollar, entre los cuales deben ocupar un lugar prioritario los relacionados con el conocimiento y la tecnología.
Los aspectos vinculados con los transportes, la infraestructura portuaria y la logística son esenciales. Desde el punto de vista financiero, podría pensarse en establecer una sobretasa a las importaciones de un ‘X’ por ciento, a semejanza de la que gozó Proexpo para promover las exportaciones, con el carácter de destinación específica para apoyar todos los proyectos relacionados con la modernización.
Desde el punto de vista institucional, podría revisarse el Sistema Nacional de Competitividad, agregándole la palabra: ‘modernización’. Este debería tener un director ejecutivo que dependiera directamente del Presidente de la República.
Manuel José Cárdenas
Consultor internacional emece1960@yahoo.com