Colombia inicia una nueva era en la que lo más importante es cerrar las brechas y borrar los odios, especialmente atizados por la clasificación que se quiso hacer entre ‘buenos’ –los amigos de la paz– y malos –los que tildaron como enemigos de la paz, por pedir que fuera con justicia y sin narcotráfico–.
Es indispensable superar esta división y lograr que miremos todos hacia un frente común, compartiendo una visión de país con crecimiento y desarrollo sostenible, equidad, justicia e inclusión.
Nuestro nuevo presidente hace en el periódico El Tiempo del 5 de agosto un excelente resumen de lo que es el país hoy, de sus avances y logros y de los principales retos, problemas y puntos críticos, sobre los que tendrá que trabajar con ahínco, dedicación y trasparencia. De esta forma, continuar atendiendo los frentes en que considera se debe avanzar y corregir el rumbo en aquellos que es necesario hacer cambios profundos.
Vale la pena destacar algunos de sus importantes y claros comentarios: en primer lugar, hace énfasis en su actitud “sin odios, sin revanchas; sin reconocer enemigos y comprometido con el progreso de Colombia”. Propender por la armonía entre los colombianos y “construir un pacto por Colombia buscando una unión sobre propósitos comunes y superiores, estructurando un acuerdo básico sobre el futuro de nuestro país para legar a nuestros hijos. Pasando por encima de las diferencias políticas y de los temas en que la sociedad tiene contradicciones”. No pueden ser más claras sus palabras sobre su deseo y propósito de una nación unida.
Enfatiza en la legalidad, refiriéndose a la lucha contra la corrupción, quizá el mayor flagelo que afronta el país, y así lo perciben los ciudadanos. Si no logramos acabar con sus monstruosas proporciones, nuestras instituciones y nuestro modelo económico, político y social pueden naufragar.
En su concepto de legalidad incluye, como es obvio, la persecución al narcotráfico, la necesidad de acabar con los cultivos ilícitos, que recibe en una proporción nunca antes vista, y desde luego la eliminación de la relación del narcotráfico como conexo del delito político. Abarca también la justicia, una justicia confiable, efectiva, eficiente; el rechazo a la impunidad y la aplicación de sanciones para los criminales. Plantea que a las bases guerrilleras que se han desarmado, se les garanticen sus derechos y las inversiones necesarias para que encuentren el camino a una reinserción productiva. Este mensaje es muy oportuno para construir paz y desvirtuar a quienes sostienen que quiere atacarla. Recalca también la obligación de preservar la vida y la integridad de los líderes sociales, que están siendo asesinados despiadadamente.
En fin, hace énfasis en la cultura de la legalidad y todo lo que ella comprende: valores, ética, principios, institucionalidad, familia, derecho a la vida y respeto a los derechos.
Otro tema que destaca es “el emprendimiento para la transformación social”, buscando lograr un crecimiento sostenido por encima del 4%, para lo cual plantea la necesidad de un sistema tributario transparente, que estimule la competitividad, la inversión, el empleo y la formalización laboral. Estimular el emprendimiento con incentivos y utilizar la tecnología para facilitar y disminuir trámites. De esta forma, atacar el desempleo que en las grandes ciudades está padeciendo el 11,1%.
Finalmente, debe destacarse “la equidad, como gran objetivo” de la legalidad y el emprendimiento, orientando la inversión pública hacia la población más vulnerable y la atención a la educación y la salud, temas de la mayor amplitud y trascendencia.
María Sol Navia
Exministra de Trabajo
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