Sorprende el nivel de agresividad en las redes sociales por la informal conversación, no oficial, que sostuvieron los expresidentes Uribe y Pastrana con el presidente Donald Trump. Eso fue, una charla informal que nadie puede impedir; y no sirve para nada que funcionarios de primera línea del gobierno, como el novato Secretario de la Presidencia, estén pregonando que los exmandatarios deben dar explicaciones sobre lo que dijeron o no dijeron, y que ese tipo de reuniones solo las pueden tener quienes manejan las relaciones internacionales de los países. O lo que pretenden algunos dirigentes de izquierda al acusar a Pastrana y Uribe de traidores de la Patria; nada extraño sería que, por el típico tropicalismo nuestro, se le pidiera a Trump explicaciones del encuentro.
Se equivocan quienes creen que el proceso de paz con la guerrilla de las Farc puede echarse para atrás luego de la cita de Miami, más si se tiene en cuenta que Uribe la llamó “social”, y de la cual no hay pronunciamiento alguno ni allá ni aquí, ni llegaron a una conclusión. Tampoco puede afirmarse que el gobierno y el presidente Santos resultan perjudicados con la cita, pues en mayo estará oficialmente devisita en la Casa Blanca y esa sí será la reunión para fijar la política del Estado colombiano sobre este y otros temas.
Todo el país conoce la posición de Uribe Vélez sobre las negociaciones de paz, pues las ha hecho públicas hasta el cansancio, acá y en el exterior, y que –contrario a lo que creen algunos–, con seguridad, le han servido a los negociadores del gobierno para atajar algunas de las pretensiones de los guerrilleros. También Uribe ha dicho que si su partido llega al poder no ehará para atrás los acuerdos firmados por el gobierno de Santos, así le falte precisar más sobre esos arreglos que, seguramente, se sabrán con el paso de la campaña política, como lo deben hacer el resto de candidatos, incluyendo al exvicepresidente Vargas Lleras.
Lo que sí es muy claro es que el mensaje va directo a los jefes de la guerrilla, cuya capacidad para enredar, distraer y ganar tiempo es evidente, y a quienes se les puede aplicar la máxima de que están “jugando con candela” en asuntos de gran interés para el país, como la entrega total de las armas, la liberación de los menores de edad y su compromiso de erradicar los cultivos ilícitos, preocupación esta última que no es solo de Uribe, sino de la Fiscalía y la comunidad internacional, y, en particular, de Estados Unidos. Solo un compromiso transparente y contundente de la guerrilla, despejará las dudas sobre su verdadera intención de ayudar a ganar confianza.
El panorama político nuestro es incierto, con 34 aspirantes a suceder a Santos, a la izquierda, fracasada en otras partes, le puede aquí ‘sonar la flauta’, lo cual sería el peor escenario para Colombia.
En estos tiempos en los que la verdad puede ser elusiva y provisional por la digitalización de la conversación pública, cuando se imponen los rumores y las teorías conspirativas, los medios tradicionales y los manejadores de los asuntos públicos no deberían caer en esa primavera venenosa y dedicarse mejor a debatir los problemas del país, que son bastantes, comenzando por el franco deterioro de la economía, cuyos resultados reales más recientes de la industria manufacturera y el comercio (Dane), así lo reseñan y parecen no dejar duda alguna. Por eso resaltan preguntas tan obvias como ¿el Banco de la República no podría ayudar, dejando el miedo a bajar las tasas de interés con la misma intensidad con que las subió para controlar la inflación.
P. D. Si una economía no tiene consumo, las empresas no facturan, se deprime la inversión y aumenta el desempleo; el gobierno recibe menos recaudos y aumenta la pobreza. Hay un problema estructural: los países asiáticos hicieron un proceso de reconversión o reinvención y los resultados son evidentes.
Mario Hernández Zambrano
Empresario exportador
mariohernandez@mariohernandez.com
Ahogándonos en un vaso de agua
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