Como es costumbre y legal, arrancó el pasado 20 de julio el nuevo Congreso de la República y, la verdad, sin mayores sorpresas: la elección de quienes presidirán las dos Cámaras se hizo usando los mecanismos que han distinguido a nuestra política en los últimos tiempos, consistente en que las dignidades no se alcanzan por méritos, sino por estar o tener la bancada con más fuerza. A lo mejor ese ejercicio se hizo en secreto porque nadie conoció las ideas de quiénes dirigirán los destinos del Legislativo colombiano.
¿Qué esperar del Congreso de la República en este segundo semestre? Sin duda, los grandes debates correrán por cuenta de la bancada del Centro Democrático –con el expresidente Uribe a la cabeza–, promovidos por ellos y también, con seguridad, en contra de ellos, pues varios grupos querrán pasarle la cuenta de cobro a Uribe y a su Gobierno, así muchos de ellos hayan hecho parte de su administración. Así es la vida en la política y para quienes la practican no es extraño.
Pero los colombianos esperamos mucho más, o mejor, algo más que las peleas anunciadas. Seguramente, no vamos a presenciar grandes debates sobre temas de interés público, que sería ideal, porque materias es lo que hay: la educación que el país necesita, el modelo de desarrollo para el agro, las soluciones a los problemas de la salud, ideas sobre la justicia al alcance de la gente y no los meros ajustes burocráticos, la evaluación sobre el libre comercio y otros asuntos de importancia para los colombianos de a pie.
No vamos a ser muy optimistas, así, a lo mejor seamos sorprendidos gratamente. Esperamos que los padres de la Patria hagan bien la tarea y debatan con seriedad los temas como el proyecto de presupuesto nacional para el 2015, que desafortunadamente se ha convertido en el instrumento de repartición de los recursos públicos en función de las apetencias políticas y no en la ‘ley de leyes’, como pasa en otros países como Inglaterra y EE. UU.
En esos términos, hay cosas elementales que harían que los colombianos veamos que los miembros del Legislativo no abusan del poder que tienen en beneficios como carros y viajes, y que sean solidarios con los ciudadanos que hacen un gran esfuerzo para pagar sus impuestos. Hay algunos parlamentarios que lo sienten así y obran en consecuencia, quizá solo unos pocos son la excepción, pero las mayorías no deben ser cómplices de ese comportamiento.
Personalmente, quedaría satisfecho con que se corrijan dos prácticas burdas que han hecho carrera en los debates y trámites de lo proyectos de ley, y que a veces son estimuladas por los mismos funcionarios del Gobierno: las votaciones en bloque de los proyectos cuando se deben hacer de forma desagregada y otra nefasta que es la de aprobar proyectos al filo de la medianoche cuando los colombianos estamos durmiendo, alegando la urgencia. Muchas veces esta es la forma de meter todo tipo de micos en los proyectos con objetivos específicos para beneficiar a determinados grupos e intereses y no para el bien del país.
P.D. Puede que la represión sea necesaria para atacar el contrabando, pero no hay que olvidar que su raíz es un fenómeno económico. Por ejemplo, si en Venezuela no se sincera el precio del dólar, por más policía que se ponga, será imposible atajar la llegada a Colombia de productos por la vía ilegal. Buen tema para el encuentro entre los presidentes Santos y Maduro.
Mario Hernández
Empresario exportador
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