Se supone que los libros de terror pertenecen al género de ficción, es decir, que cuentan historias imaginadas y construidas con maestría para asustar por un rato a los lectores.
Pero, confirmando aquello de que la realidad supera a la ficción, resulta que un informe científico, con hechos y datos evidentes, puede ser la obra de terror más asustador de este año, con la enorme diferencia de que es un susto que no desaparece cuando se termina de leer, sino que permanece y crece.
El informe es la ‘Cuarta Evaluación Nacional del Clima’ https://nca2018.globalchange.gov), un texto de 1.700 páginas producido por científicos de 13 agencias del gobierno estadounidense, encargadas de hacer seguimiento a los temas del medioambiente y el clima.
Por mandato legal, desde los años 90 deben presentar este informe al Congreso y al Presidente, y esta es la cuarta vez que lo hacen.
Los hechos en que se fundamenta el informe son incuestionables: en el último siglo la temperatura de la Tierra ha subido más de 1 °C, y cada vez son más intensos y frecuentes los fenómenos naturales como huracanes, incendios forestales, inundaciones o sequías. Aunque Trump se empeñe en negarlo, la mayoría de los científicos creen que este calentamiento se debe la actividad humana, es particular a la emisión de gases que atrapan el calor en la atmósfera (el efecto invernadero).
Acorde con esta explicación, las proyecciones para el final de este siglo estiman que la temperatura global puede llegar a incrementarse hasta 5°C si no se controla la emisión de gases de invernadero, e incluso si se cumplieran las metas y compromisos del Acuerdo de París, habría un aumento de 2 °C. Por lo tanto, continuarán procesos como el calentamiento y acidificación de los océanos, con la consecuente subida del nivel del mar, el deshielo de glaciares y la reducción de las lluvias, o más poderosos y frecuentes huracanes.
Estos hechos y pronósticos son bien conocidos. Lo aterrador del informe es la cuantificación económica y social de sus efectos. En el escenario de no reducción de emisiones, Estados Unidos podría perder hasta el 10 por ciento de su PIB.
No hay estimaciones para otros países, pero las pérdidas serían similares e incluso más graves en aquellos que no tienen tantos recursos para mitigar o compensar los efectos del cambio climático.
En casi todos los sectores de la economía habría pérdidas enormes. Por supuesto, en el agropecuario, donde las cosechas de maíz, trigo o soya se reducirían hasta en 25 por ciento, y el calor afectaría la producción de leche y carne vacuna. La situación más aguda se presentaría en todos los sectores que viven del mar, pues la acidificación reduciría la población de peces, camarones, ostras y toda las fuentes de comida marina; además el aumento del nivel del mar inundaría poblaciones completas y afectaría la industria del turismo.
Otra canal de impacto sería la salud: se multiplicarían los problemas respiratorios y los digestivos por la contaminación de la comida del mar; oleadas de calor y frío aumentarían los muertos y disminuirían las horas trabajadas; insectos transmisores de enfermedades tropicales llegaría a zonas hasta ahora inmunes.
Lo que hace más terrorífico el informe es constatar que muchas de sus afirmaciones no son solo pronósticos de lo que puede llegar a ocurrir, sino que ya son realidad. El Apocalipsis ambiental ya ha comenzado.
Mauricio Cabrera Galvis
Consultor privado
macabrera99@hotmail.com