Pasó casi desapercibida una noticia que puede llegar a cambiar el funcionamiento de los mercados financieros mundiales: la Unión Europea (UE) está a punto de adoptar un Impuesto a las Transacciones Financieras (ITF), es decir, un gravamen a la compra-venta, entre entidades financieras, de activos financieros como acciones, bonos, monedas y derivados.
El ITF se empezará a cobrar desde el 2014 y tendrá una tarifa variable, desde el uno por diez mil a los contratos de derivados hasta el uno por mil a las negociaciones de acciones o bonos.
La UE espera recaudar 57.000 millones de euros el primer año y llegar a 81.000 millones en el 2020.
La propuesta fue presentada oficialmente por la Comisión Europea en septiembre del año pasado, con el respaldo inicial de Alemania y Francia, y esta semana se anunció que ya se contaba con el apoyo de otros 9 países miembros (Austria, Bélgica, Eslovaquia, Eslovenia, España, Estonia, Grecia, Italia y Portugal).
Según el alto comisionado europeo para impuestos, con este apoyo se espera que en noviembre se pueda tomar la decisión de crear el tributo, que además tiene el respaldo del 65% de la población de la UE.
La equidad es el argumento principal que ha motivado a los gobiernos europeos para proponer el ITF.
Se trata de que el sector financiero haga su aporte proporcional para cubrir los costos de la crisis después de haber disfrutado de ayudas públicas muy significativas para fortalecerse.
Los contribuyentes han asumido los costos de los masivos rescates del sector financiero y los ciudadanos, en general, han sufrido los recortes en la protección social del Estado, derivados de la crisis causada por la irresponsabilidad del mismo sector.
Ahora, se pretende que este también contribuya a sanear las finanzas públicas.
Se ha querido comparar el ITF europeo con el cuatro por mil criollo, pero son totalmente diferentes.
Es cierto que en Colombia ese impuesto se creo para el rescate de los bancos en la crisis de 1998, pero hasta ahí llegan las similitudes, porque acá es un gravamen que lo pagan la mayoría de usuarios de la banca, mientras que buena parte de las transacciones entre entidades financieras están exentas de él.
En Europa, por el contrario, los contribuyentes del ITF serán las entidades financieras como bancos, empresas de inversión, compañías de seguros, casas de cambio, comisionistas de bolsa, fondos de pensiones y de cobertura, entre otros.
No se gravará ni a los ciudadanos ni a las empresas. Las hipotecas, préstamos bancarios, contratos de seguros y otras actividades financieras normales efectuadas por personas o pequeñas empresas no estarán sujetas al ITF.
Impuestos como el ITF no pueden aplicarse en países aislados, porque quedarían en gran desventaja frente al resto del mundo, pero cuando se impone en un bloque de 27 países como la UE, la situación es diferente.
Además, Europa está llevando esta propuesta al G-20 para que otros Estados desarrollados lo apliquen. Si lo hace, habrá un cambio sustancial en los mercados financieros internacionales y más equidad en la distribución de los costos de las crisis.
Mauricio Cabrera G.
Consultor privado