¿Cómo puede una persona volver a un sitio del que nunca se ha ido? Es la pregunta que cabe hacerse frente al ruido mediático por el supuesto ‘regreso’ del general Mora al equipo negociador del Gobierno con la guerrilla. Este es uno de esos hechos que ni siquiera debería haber sido noticia, porque la realidad es que el general nunca dejó de ser parte del equipo, continuó trabajando junto al Presidente en la búsqueda de la paz.
Sin embargo, los enemigos de la paz, encabezados por el expresidente del todo vale, aprovecharon unos confusos anuncios del Gobierno sobre el papel y las funciones de los generales Mora y Naranjo en las negociaciones de La Habana para montar todo un escándalo político y lanzar nuevos torpedos contra el proceso, tratando de poner a las Fuerzas Armadas en contra de la firma de un acuerdo con la guerrilla.
Se trata de verdaderos enemigos del proceso de paz, no porque tengan opiniones distintas sobre el contenido de los eventuales acuerdos –diferencias que son necesarias y bienvenidas, pues, como sucede en toda negociación, nadie tiene toda la verdad–, ya que su objetivo no es lograr mejores resultados para la sociedad y las víctimas en las negociaciones, sino evitar que se llegue a un acuerdo o que este sea aceptado por la opinión.
Para impedirlo, acuden a toda clase de mentiras, contradicciones y calumnias. Mentiras como decir que Mora y Naranjo habían sido retirados de la mesa de las conversaciones con “propósitos oscuros”, para favorecer los intereses de la guerrilla. Contradicciones como que al inicio de las negociaciones criticaron la participación de los generales Mora y Naranjo en el equipo y los calificaron de traidores que iban a mancillar el honor de las Fuerzas Militares, sentándose a conversar con sus enemigos guerrilleros; ahora, por el contrario, son la garantía de que el Presidente no le entregue el país a ‘lafar’.
Esa es la calumnia repetida con insistencia obsesiva, esperando que se cumpla la enseñanza de su maestro Goebbels, de que sea aceptada como verdad a fuerza de tanto repetirla: que el Gobierno está negociando con la guerrilla el sistema democrático y la propiedad privada; que está entregando el futuro de la Policía y el Ejército, y que va a recortar las pensiones y la seguridad social de los militares retirados.
La respuesta del general Mora fue contundente. Su declaración, al reiterar que continúa en el equipo negociador en La Habana, empieza con un rechazo a los guerreristas que todavía esperan el fin del conflicto con la derrota militar de la guerrilla: “la inmensa mayoría de los conflictos llegan a su fin mediante un proceso de conversaciones, son muy escasos los que terminan con la desaparición total o el sometimiento absoluto del enemigo. Es la historia de las guerras”.
Luego, despeja las dudas creadas por las calumnias: “el tema Fuerzas Militares y Policía Nacional no hace parte de los acuerdos con las Farc, tampoco –mucho menos– de las famosas salvedades o pendientes”. Y reafirma que su participación en los diálogos se fundamenta en “la convicción de que esta misión superior imprescindiblemente se fundamenta en la preservación del sistema democrático y económico, en el fortalecimiento de nuestras instituciones”.
Su conclusión es sencilla, pero categórica: “el acuerdo no es para restar o debilitar, estamos en el proceso con el inmenso compromiso de sumar por una Colombia mejor”.
Es una invitación para que todos los colombianos apoyemos estas difíciles negociaciones y para que los enemigos de la paz acepten sumar en lugar de restar.
Mauricio Cabrera G.
Consultor privado
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