¿Cómo explicar que a la industria le esté yendo bien –la producción creció 6,6 por ciento en junio–, mientras que al comercio le va mal –las ventas disminuyeron 0,7 por ciento en el mismo mes–?
Una primera explicación es que en cada sector hay ramas que distorsionan el resultado total. En la industria, es la refinación de combustibles, que con la entrada de Reficar creció 27 por ciento, la que empuja la dinámica del sector. Sin embargo, aún excluyendo este renglón, es positivo el comportamiento del resto de la producción manufacturera, que aumentó 2,8 por ciento.
En el comercio minorista son las ventas de automóviles las que más inciden en el deterioro sectorial, pues cayeron 6,8 por ciento. Hay otros grupos que también decrecen, como productos de aseo, electrodomésticos y utensilios del hogar, pero el total de las ventas del comercio sin vehículos, si bien no se raja, apenas pasa raspando, con un mínimo crecimiento de 0,3 por ciento.
Una posible explicación sería que estuvieran aumentando mucho las ventas de productos industriales al exterior, de manera que se compensara la caída de las ventas domésticas. Desafortunadamente, esto no está sucediendo. En el mes de junio, las exportaciones de manufacturas cayeron 6,5 por ciento en volumen, y como además los precios internacionales siguen a la baja, el valor de dichas exportaciones cayó 21,5 por ciento.
La explicación verdadera hay que buscarla en lo que los economistas llaman el “desplazamiento de la demanda”, producida, en este caso, por la devaluación del peso: en conjunto los colombianos están comprando menos, pero también están haciendo un importante cambio en su canasta, reduciendo las compras de bienes importados que se han encarecido y aumentando las de productos de la industria nacional.
En algunos subsectores es más notoria esta recomposición de la demanda. Por ejemplo, en bebidas y calzado las ventas minoristas cayeron 4 y 6,3 por ciento, mientras que la producción subió 10,1 y 1,7 por ciento, respectivamente. Por el contrario, es extraño el caso de las autopartes y repuestos, cuyas ventas crecieron 9,5 por ciento, a la vez que la producción se desplomó 12 por ciento.
Es un afortunado cambio en la tendencia, porque en los años de la nefasta revaluación sucedió todo lo contrario, para regocijo de los comerciantes y desespero de los industriales. En efecto, en la década comprendida entre el 2003 y el 2014, cuando las políticas equivocadas del gobierno y el Banco de la República llevaron el precio del dólar de 3.000 a 1.800 pesos, las ventas del comercio minorista crecieron 80 por ciento, mientras que la producción industrial solo aumentó 34 por ciento.
Se comprueba así que el primer impacto positivo de haber corregido la revaluación de la tasa de cambio es la sustitución de importaciones y el estímulo a la producción nacional; pero también se confirma que la sola devaluación no es suficiente para que despeguen las exportaciones.
Los exportadores quebrados y los mercados perdidos por años de revaluación no se recuperan de la noche a la mañana, y menos en un contexto internacional de baja demanda y con las grandes dificultades de los mercados de nuestros vecinos Ecuador y Venezuela. Pero, ¡ojo! No se puede bajar la guardia y permitir que vuelva a caer el precio del dólar, como está sucediendo, porque se perdería todo el esfuerzo de recuperación.
Adenda: los supuestos defensores de la justicia, que van a votar NO en el plebiscito, disque porque es una paz con impunidad, son los mismos que están utilizando todas las leguleyadas y tácticas dilatorias para que haya impunidad en los casos del magistrado Pretelt y de la ilegal reelección del Procurador. Otro ejemplo de su doble moral.
Mauricio Cabrera G.
Consultor privado
macabrera99@hotmail.com
columnista
Industria bien, comercio mal
¿Cómo explicar que a la industria le esté yendo bien. Una primera explicación es que en cada sector hay ramas que distorsionan el resultado total.
POR:
Mauricio Cabrera Galvis
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