En medio de la complacencia oficial por los resultados en materia de indicadores económicos, como el crecimiento del PIB o la disminución del desempleo, se ha prestado poca atención a los nubarrones que aparecen en el frente externo de la economía.
No es todavía una tormenta, pero sí hay vientos que ya están soplando en contra.
Sigue aumentando el balance negativo de nuestras transacciones de bienes y servicios con el exterior, medido en el creciente déficit en la cuenta corriente de la balanza de pagos, que el año pasado llegó a US$12.722 millones, equivalentes al 3,4% del PIB. Hace 10 años este solo era de US$911 millones, 0,8% del PIB.
Entre este total es preocupante la tendencia del comercio de bienes, pues a pesar de la bonanza de los hidrocarburos, sigue disminuyendo el amplio superávit que llegamos a acumular.
En el 2011 vendimos al exterior US$6.148 millones más de los que importamos; en el 2012 este superávit se redujo a US$4.744 millones, y el año pasado a US$2.832 millones (una caída del 40%). Las primeras cifras de este año indican que la reducción va a continuar.
Debe ser motivo de alarma que en el 2013 las exportaciones hayan caído 3%, y que en los dos primeros meses de este año disminuyan 4,6%, sobre todo cuando el supuesto objetivo de la estrategia de firmar TLC, a la ‘topa tolondra’, era el de aumentar las ventas al exterior.
No es válido explicar la caída en las exportaciones por los menores precios de los hidrocarburos ni por la oportuna prohibición a la Drummond para que no siguiera contaminando con su carbón la bahía de Santa Marta.
Es cierto que en el 2013 las ventas externas de hidrocarburos disminuyeron un poco (2%), pero fue mayor la caída en las exportaciones no tradicionales, que fue del 5,4%.
La tendencia es aún más grave en los dos primeros meses de este año, pues, según las cifras del Dane, mientras las ventas al exterior del sector minero se mantuvieron constantes con respecto al mismo periodo del año pasado, las exportaciones no tradicionales cayeron 14%, y entre estas las del sector industrial descendieron 15,8%.
Otra interesante información que muestra el Dane y que confirma estas tendencias es la de los bienes exportados según la intensidad tecnológica incorporada.
Así, las ventas de bienes primarios crecieron 0,9% el año pasado y 0,2% en lo corrido del 2014, pero las exportaciones de productos industrializados cayeron 2,6% y 9,2% en los mismos periodos. Cada vez somos más dependientes de las materias primas y perdemos terreno en el campo de la tecnología y el valor agregado.
¿Para qué ha servido entonces el TLC con EE. UU.? Hay algunos casos de éxito exportador, pero en conjunto hasta ahora solo ha funcionado para que les compremos más y les vendamos menos, es decir, otro caso de ‘apertura hacia adentro’.
Excluyendo los combustibles, las ventas de productos colombianos a ese país cayeron 15,6% el año pasado, y 22,8% en el primer bimestre del 2014, mientras que las importaciones aumentaron 13,8% y 5,2% en esos periodos.
Como consecuencia, el Gobierno estadounidense se ufana de que el déficit comercial que tenían con Colombia se redujo de 8.264 a 3.011 millones de dólares el año pasado, y que este año lo han reducido 63% adicional.
Si a estos nubarrones se les añade la caída del precio del dólar, que ya va en $1.950 por las equivocadas políticas del Ministerio de Hacienda, puede llegarnos la tormenta perfecta.
Mauricio Cabrera G
Consultor privado