Lo que sobra en Colombia es gente avivata. Por estos días, muchos andan ajustando los precios de los bienes que ofrecen, esgrimiendo argumentos propios de un culebrero. Detrás de esas razones se oculta un tumbe para el cliente y un perjuicio para toda la economía: aparte de erosionar nuestro bolsillo, estas acciones nos suben en un espiral de inflación del que después cuesta bajarse.
La situación se resume en una conversación que tuve hace dos semanas en una tienda.
Al ver que todo estaba más caro, le pregunté al tendero cuánto había aumentado sus precios. “Alrededor de 10 por ciento”, me respondió. Cuando le pregunté de dónde salía ese número, me respondió sin inmutarse: “7 del ajuste del salario mínimo y 3 del aumento del IVA”.
Aunque mi primera reacción fue tratar de explicarle que estaba equivocado, su sonrisita socarrona me mostró que cualquier esfuerzo sería inútil y preferí irme. Como en los últimos días he oído a varias personas lanzando argumentos similares para justificar aumentos cercanos a 10 por ciento, vale la pena aclarar un par de cosas para que quien sea presa de un vivo haga sus compras en otro lado.
Con la economía en proceso de desaceleración, está claro que la inflación no está siendo impulsada por un exceso de demanda, sino que debería seguir más bien la tendencia de los costos. Simplifiquemos diciendo que el año pasado estos aumentaron en promedio el valor de la inflación, es decir 5,75 por ciento. De esta manera, tomando en cuenta solo la evolución pasada de los costos, el avivato ya estaría embolsillándose más de cuatro puntos porcentuales con su aumento del 10 por ciento.
Pero el proceso de fijación de precios combina elementos del pasado con cuestiones del presente y expectativas sobre el futuro, y ahí es donde entra en escena el aumento del IVA. Ante todo, hay que recordar que el incremento del impuesto no afecta los productos de primera necesidad, por lo que la mayoría de los tenderos no tendrían que estar invocando la reforma tributaria para justificar un aumento de precios.
Más aún: como ese incremento excluyó la mayoría de los bienes básicos, afirmar que conlleva una elevación de tres puntos en los precios de toda la economía es errado. De hecho, los estimativos técnicos sugieren que la reforma tributaria debería tener un impacto sobre la inflación de menos de un punto porcentual, muy por debajo de lo que argumentan los avivatos.
Lo malo es que la economía no siempre se comporta según los estimativos técnicos, sino de acuerdo con las acciones de la gente que en esta cuesta de enero están contaminadas por argumentos culebreros que terminan afectando a quien se deje embaucar.
Para que no le pase a usted, recuerde: con una inflación de 5,75 por ciento el año pasado y un impacto del incremento del IVA sobre los precios de cerca de 1 punto, cualquier aumento por encima de 7 por ciento suena a tumbada.
Mauricio Reina
Investigador Asociado de Fedesarrollo
La cuesta de enero
Recuerde: con una inflación de 5,75% el año pasado y un impacto del IVA, cualquier aumento por encima de 7 por ciento suena a tumbada.
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