Una de las apuestas de moda entre los economistas consiste en tratar de acertar hasta dónde caerá el precio internacional del petróleo. Lo que está en juego, tras esa apuesta, no son sólo cosas triviales como un almuerzo, sino temas mucho más importantes como el déficit externo o el creciente hueco fiscal de la economía colombiana.
Las cifras son escandalosas. En el momento de escribir esta columna, el precio del petróleo WTI ha caído más de 25 por ciento en menos de cinco meses, desde el máximo alcanzado a fines de junio. Por eso todo el mundo se está preguntando: ¿dónde está el piso del precio internacional del crudo? Aunque no hay respuesta simple, lo que ha sucedido en los últimos meses puede dar elementos de juicio acerca de lo que pasará en adelante.
El desplome reciente del precio del petróleo obedece a factores de demanda y de oferta. Por un lado, las proyecciones de crecimiento económico global se han reducido en los últimos meses, como resultado especialmente del estancamiento en que han caído las economías europeas y el debilitamiento de muchas economías emergentes.
Entre tanto, la oferta ha aumentado de manera sustancial, debido principalmente al incremento de la producción de recursos no convencionales en Estados Unidos. Los datos hablan solos: la producción estadounidense de crudo pasó de 5,5 millones de barriles diarios en 2010 a 8,5 millones de barriles diarios en la actualidad. Por eso no es raro que ese país haya pasado de importar dos tercios del crudo que consumía hace diez años, a comprarle al mundo sólo un tercio de su consumo interno en la actualidad. Sumen ustedes los sorpresivos aumentos en la oferta de otros países, como el insólito incremento de 40 por ciento de la producción de Libia en los últimos dos meses, y queda clara la magnitud de la sobreoferta que está viviendo el mercado internacional.
Pero hay un factor adicional que ha presionado los precios hacia abajo, y que puede jugar un papel crítico en la fijación de un piso en las próximas semanas. A diferencia de lo sucedido en episodios similares en el pasado, en esta ocasión la OPEP no ha reaccionado con un recorte de su producción para controlar la caída de los precios. La razón radica en que Arabia Saudita ha preferido dejar que siga cayendo la cotización hasta que la producción de recursos no convencionales en Estados Unidos deje de ser rentable, y poder así recuperar una mayor participación de mercado.
Por eso la pregunta relevante es: ¿cuál es el nivel mínimo de precios al que esos proyectos pueden operar? Mientras la revista The Economist afirma que un tercio de los proyectos estadounidenses saldrían del mercado si el precio cae persistentemente por debajo de 80 dólares el barril, el Citigroup afirma que el 25 por ciento de la producción se afectaría con cotizaciones menores a 70 dólares el barril. De ser así, la OPEP debería estar cerca de reaccionar con mayor contundencia. Hagan sus apuestas.
Mauricio Reina
Investigador asociado de Fedesarrollo