Nadie esconde en el Palacio de Nariño ni en la Cancillería que el Gobierno prefiere en Caracas el continuismo que el cambio. Muchos creen que Chávez nos ayudará con el proceso de paz, pero la verdad es que apoyará a la guerrilla en este.
Pero, para Colombia y sus empresarios, una muy buena noticia sería el triunfo de Henrique Capriles Randonski. Venezuela es nuestro mercado natural por excelencia y lo perdimos por el caos en que el chavismo sumió la economía de nuestro vecino. Recuperaríamos uno de los principales mercados para nuestras exportaciones. Sería muy importante para el sector industrial y el agropecuario, que todavía recuerda las épocas de oro cuando Venezuela compraba sin límites todo aquello que había dejado de producir, resultado del derrumbe de su economía.
Las cifras son claras. En el 2004, Colombia exportaba a Venezuela 1.627 millones de dólares. En el 2007, ascendían a 5.210 millones y el pico fue en el 2008, con la impresionante suma de 6.092 millones. Autopartes, confecciones, leche, carne, ganado en pie, alimentos y automóviles eran sectores que contaban con el mercado vecino que ofrecía crecimiento y rentabilidad. Hoy, estamos exportando a Venezuela 1.750 millones de dólares, una cifra similar a la que vendíamos hace diez años. Está claro que para Colombia sería mejor que este mercado se recuperara y que el intercambio comercial fuese proporcional al que tenemos con otras economías. Solo los mezquinos quieren una Venezuela débil y empobrecida. Es de nuestro interés estratégico que este país vecino sea una economía próspera.
Para América Latina, la derrota de Chávez sería un llamado de atención. Las opciones populistas recibirían un golpe decisivo. Argentina, Ecuador, Nicaragua, varios países caribeños y centroamericanos, tendrían que vivir sin las generosas donaciones venezolanas. Se desinflarían los nacionalismos que llevan a nacionalizar empresas o subsidiar productos y servicios. Como destructor de riqueza, el socialismo del siglo XXI ha sido un modelo ejemplar. Convirtió a un país rico en recursos en una economía de la escasez y el racionamiento, desmanteló la base industrial que era muy fuerte en sectores como la siderurgia o el aluminio. Venezuela tenía infraestructura, una moneda fuerte, importaba mano de obra y era un actor principal a nivel mundial en el mercado petrolero. De ese poderío, hoy no quedan sino sombras.
Un cambio en el Gobierno de Venezuela sería bueno para los venezolanos que han visto su nivel de vida descender en los últimos quince años. Sería favorable para la región, pues demostraría que el populismo no es el camino para salir de la pobreza. Sería positivo para el mundo, ya que Chávez ha sido un factor de inestabilidad, dado que apoya sin vergüenza a todos los regímenes terroristas. Sería excelente para Colombia, porque podríamos vender más a nuestro socio comercial natural y tener apoyo en la lucha contra la guerrilla o el narcotráfico. En síntesis, la victoria de Capriles sería buena para todos, excepto para Chávez y… Santos.
MIGUEL GÓMEZ MARTÍNEZ
PROFESOR DEL CESA
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