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Nicolás de Zubiría Gómez

Más desacoplamiento

El peligro de que las monedas floten es que se revalúen más de lo debido a medida que los capitales

Nicolás de Zubiría Gómez
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Nicolás de Zubiría Gómez

El consejo usual que se da a economías emergentes, es que ellas deberían dejar que sus monedas se revalúen. Esto ayudaría a atenuar la inflación por medio de reducir los precios de los bienes importados, y una tasa flexible de cambio crearía más espacio para tener una política monetaria independiente. Sin embargo, los economistas Stephen King y Stuart Green de la HSBC, alegan en un reciente reporte, que el sistema revaluatorio genera ciertas preguntas de difícil solución.

¿Qué tanto deben las moneda revaluarse para mantener la inflación a raya? China ha dejado que el yuan suba 18% frente al dólar desde el 2005. La moneda brasileña se ha revaluado más de un 100% desde el 2003, y aún esto no ha parado la inflación. A 4,7%, la tasa revaluatoria ha podido ser menor que la de otras grandes naciones emergentes, pero incluso así es más alta del 3% que había hace un año, parcialmente por culpa del excesivo crecimiento en la demanda doméstica. En los pasados dos años las tasas reales de interés han caído fuertemente, y el gasto público ha crecido. En abril pasado el Banco Central de Brasil ha subido las tasas de interés por primera vez en tres años, pero esto ha producido la atracción de capitales extranjeros. ¿Debería Brasil dejar subir su tasa de cambio más alta, ahora cuando su cuenta corriente se está moviendo otra vez a los tradicionales déficit?
El peligro de que las monedas floten es que de pronto esas monedas se revalúen más de lo debido a medida que los capitales extranjeros sigan llegando, erosionando la competitividad y dejando a las economías vulnerables a una futura reversa en los flujos de capital. Otra preocupación es si fuera sabio, que las tasas de cambio siguieran en su marca ascendente, ahora, cuando las exportaciones de los países emergentes están siendo golpeadas por la recesión en Estados Unidos.

Las soluciones no son fáciles. Una alternativa a la libre flotación es una revaluación de un solo golpe. El peligro es que esto podría estimular la expectativa de otra apreciación, que atraiga aún más flujo de capitales y así se exacerbe la inflación.

Otra salida es apretar la política fiscal. Esto enfriaría la demanda doméstica sin necesidad de un incremento grande en las tasas de interés. Este mecanismo aumentaría el ahorro doméstico y esto llevaría a un mayor superávit de la cuenta corriente, que es lo opuesto a lo que E.U. requiere. Una tercera opción, que es la más acogida en estos momentos, es no hacer nada diferente a imponer algunos controles de precios temporales, y esperar que la presión de la inflación, finalmente se modere. El riesgo es que si la inflación sigue subiendo, los hacedores de políticas tendrían eventualmente, que aplicar los frenos monetarios a las economías.

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