A la vez que el Dow Jones bate todos los récords tanto en nivel como en incrementos, y el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial mantienen sus prospectivas positivas para el 2018, los análisis del Foro Económico Mundial (FEM) (a punto de sesionar en Davos) señalan riesgos amenazantes y fracturas severas en la economía global.
Ciertamente, la disparada del Dow Jones por la simple implementación de políticas pronegocios (reducción de impuestos y desregulación), muestra una contradicción entre las exuberancias del sistema financiero y las realidades de las economías, que aun cuando están afirmándose en una fase expansiva, siguen vulnerables a múltiples riesgos, en el caso americano la debacle política desatada por las insensateces de Trump, la cual fácilmente se traduce en el shutdown de las agencias del gobierno federal.
Dada la gravedad de los riesgos que considero a continuación, es una ilustración más de la miopía de los mercados que de manera esquizoide suprimen la realidad relevante que escapa a esa visión. Mercados financieros que ignoran los riesgos se hacen susceptibles a correcciones de precios y están enviando un mensaje desorientador a los hacedores de política (Maurice Obstfeld Obstfel, FMI).
En varios artículos, el año pasado señalé las inercias que pesan sobre la dinámica de la economía global frenando la recuperación después de la crisis del 2008, así como a los riesgos coyunturales que pudieran aunarse a esas inercias, destacando entre las primeras la agudización de la inequidad, el estancamiento de la inversión y la productividad, la inestabilidad generada por la financialización, y el impacto de las insensateces de Trump, una desinflada de activos y crisis por sobreendeudamiento en China, así como la agudización del impacto del cambio climático por el calentamiento global.
El FEM destaca cómo a principios de este siglo se esperaba que la globalización económica traería una nueva era de prosperidad y armonía. Ciertamente, factores como la innovación tecnológica, lo masivo de los recursos financieros disponibles en el mercado financiero internacional y la extensión de las redes productivas y comerciales (incluido el ejemplo de los países asiáticos para alcanzar a las economías desarrolladas con base en su integración en estas redes), constituyen factores justificantes de ese optimismo. Pero, como también lo señala el FEM, la década y media ha resultado en una situación de riesgos amenazantes, fracturas y contradicciones. Desde luego ese optimismo soslayaban las tendencias mencionadas de la economía global, que se han venido manifestando en las crisis y los colapsos del 2008 al 2013, y en las dificultades para alcanzar una recuperación sostenida. Pero era explicable, dado, por una parte, las dinámicas de la globalización en lo comercial, productivo, financiero y tecnológico; y por otra, las esperanzas creadas al haber salido del fatídico siglo XX y haber entrado en una fase diferente.
Desde luego, la economía global se ha afirmado en una nueva fase expansiva con crecimiento acelerado en EE. UU., Japón y China (tan importante para los exportadores de materias primas) y Europa (excepto brexit), la cual continuará, al menos por un par de años, confiando en que, dado que las tendencias deflacionarias no se han revertido del todo, las condiciones monetarias seguirán favoreciendo.
El FMI y el BM coinciden en que tiene lugar una recuperación cíclica ampliamente extendida, la cual está ya alcanzando a los exportadores de commodities, y acelerando la inversión y el comercio, lo que contrasta con del producto potencial estancado en una tendencia inferior previa a la crisis. Esto como resultado del estancamiento de la inversión y la productividad, lo cual consitituye un grave riesgo en largo plazo; al cual el BM agrega estrés financiero, proteccionismo y tensiones geopolíticas; adicionales a las tensiones creadas por la creciente inequidad y exclusión.
Pero ¿podrá sostenerse la media década de la expansión 2001-2006? Esta pregunta hace relevantes las preocupaciones del FEM, según el cual los riesgos más probables son: eventos climáticos extremos, desastres naturales, ciberataques, fraude o robo datos, fracaso en la mitigación y la adaptación al cambio climático, migración involuntaria a gran escala, desastres ambientales causados por el hombre, ataques terroristas, comercio ilegal y burbujas de activos en las grandes economías. Y por orden de impacto: armas de destrucción masiva, eventos climáticos extremos, desastres naturales, fracaso en la mitigación y la adaptación al cambio climático, crisis de agua, ciberataques, crisis alimentarias, pérdida de biodiversidad y ecosistemas, migración involuntaria a gran escala, extensión de enfermedades infecciosas.
Dos cosas saltan a la vista: por un lado, que los problemas ligados al medioambiente ya no son para cuando suba el nivel oceánico, su impacto es inminente y extendido a través de otros factores (agua, alimentos y migraciones). Por otro, sorprende que los expertos y asesores del FEM no señalen el riesgo geopolítico creado por las imprudencias de Trump (Irán, Corea) y su desordenada la institucionalidad global, como también por la actitud no tan belicosa, pero asertiva, de China (Mar del Sur de China) y Rusia (Ucrania) cuestionando la hegemonía global americana en el mundo unipolar posguerra fría.
Ricardo Chica
Consultor en desarrollo económico.