Hay quienes afirman que en menos de una década el dinero físico que usamos a diario será invisible y los bancos, tal como los conocemos hoy, desaparecerán. Yo soy uno de ellos. Vivimos en medio de una revolución que, aunque silenciosa, es tan disruptiva como imparable. La era de lo digital, la inteligencia artificial, el internet de las cosas, el blockchain y la realidad aumentada impregnarán todas las esferas de nuestra sociedad.
La desmaterialización de la industria financiera en América Latina y en el mundo es inminente.
Colombia es un caso de éxito en la región. El año pasado su ecosistema fintech creció en 61 por ciento, según el Finnovista Fintech Radar Colombia, cifra que lo posiciona como el tercer país con más startups en esta industria en América Latina. El país atraviesa por una época de cambios que lo convierten en un lugar atractivo para inversionistas innovadores. Por ello, el Gobierno colombiano presentó Colombia Visión 18.22, estrategia que pretende transformar una economía basada en la producción de materias primas, a una cimentada en el valor agregado de productos digitales para el 2022. Sin embargo, los cambios que nacen de las transformaciones digitales no ocurren solo a nivel industrial o empresarial, irrumpen también en la cultura de todos aquellos que se ven expuestos a las nuevas tecnologías.
Es, entonces, necesario deconstruir la idea que personifica la industria financiera como un riesgo para la banca actual. Lo mejor que podemos hacer es aceptar, con valentía, la idea de que tenemos que reinventar nuestros negocios para sobrevivir a la cuarta revolución tecnológica. No es la primera vez que enfrentamos un cambio de esta magnitud. La transformación continua de las sociedades ha sido más que una alternativa, una necesidad.
En últimas, a eso se reduce el alma de la industria fintech: startups innovadoras alrededor del mundo, que buscan satisfacer las nuevas necesidades de sus clientes. ACH, motor de las transacciones electrónicas en Colombia, ha manifestado que cada vez más personas deciden pagar sus impuestos, servicios públicos, entre otros, usando herramientas en línea. No en vano el 30 por ciento de las startups fintech en el país ofrecen servicios de pago y remesas, lo que demuestra que la confianza en esta industria ha ido creciendo y no se detiene.
Como si fuera poco, el negocio de la industria financiera electrónica en América Latina en los últimos años ha aumentado hasta en 60 por ciento, atrayendo inversionistas de todo el globo. En la actualidad, México, Brasil y Colombia son los destinos regionales más apetecidos por startups fintech de Estados Unidos y Europa. Le siguen Perú, Argentina, Chile y Ecuador.
Para las startups fintech es esencial el trabajo en equipo entre empresas innovadoras que le apuesten a la industria financiera digital, y los grandes centros corporativos es esencial. Un apoyo coordinado que cruce fronteras y genere espacios para estrechar relaciones, harán que en unos años varios países de la región se conviertan en referentes fintech para el mundo. Y justo esto es lo que podremos ver en Finnosummit, el evento de mayor trayectoria y éxito en la región, que se realiza hoy en Bogotá, donde la industria tradicional y las startups emergentes se unen para descubrir el futuro de la nueva era del fintech.
Andrés Fontao
Managing Partner Finnovista